zUmO dE pOeSíA

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de todos los colores, de todos los sabores

ALEATORIUM: Saca un poema de nuestro almacén

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miércoles, 30 de abril de 2014

Y tu mano valía mi vida (por Leopoldo María Panero)


Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas,
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.

martes, 29 de abril de 2014

A los sueños (por Langston Hughes)

Agárrate fuerte a los sueños
porque si mueren
la vida es un pájaro herido
que no puede volar.

Agárrate fuerte a los sueños
porque si escapan
la vida es un páramo yermo
bajo la nieve helada.

lunes, 28 de abril de 2014

Una montaña indócil (por Roque Dalton)


Yo tenía un caballo
más hermoso y más ágil que la luz.

Una ola de sangre parecía piafando.
Una pequeña tempestad con ojos.
Una montaña indócil de bien labradas patas.

Un día nació muerto mi caballo
y los vientos huyeron de mi asombro y mi cara...



domingo, 27 de abril de 2014

Silencio iluminado (por Justo Jorge Padrón)


Vas cosiendo en la máquina
lentamente el vestido,
los sueños de la hija.
En tus manos se trenzan
el tejido y la luz.
Te miro y voy sintiendo un sobresalto
en la sangre. Te estoy
hablando sin mover
los labios
como si no existieran las palabras.
Es un silencio iluminado
el que escuchamos en nuestras paredes
blancas. La máquina prosigue
pespuntando los sueños,
la esperanza se viste
con un traje de niña.
Apenas una leve
mirada y nos hallamos
igual que el primer día:
Sigue el amor. Nos basta.

sábado, 26 de abril de 2014

Sigue tocando (por Omar Musa)


Esto es una advertencia para todos.
El mañana no es tu amigo.

El mañana es un visitante para cuya llegada no estás preparado,
cuyos cambios de ánimo no puedes anticipar.
No los puedes anticipar porque nunca sabes
si va a llegar a tu puerta trayendo flores o un arma,
pero sabes que está todo el tiempo acercándose.

Esto es una advertencia.

Nunca dejes que se consuma el fuego de la lámpara.
Nunca dejes de hacer tu música. Incluso si el disco está rayado,
la aguja quebrada y el micrófono desconectado,
sigue tocando.

Incluso cuando estés de pie mirando los amenazantes arrecifes
donde los corales parecen hechos de cuchillas y navajas,
donde el cielo apenas brilla con una luz de carbón
encima de los tiburones y los intermitentes cardúmenes,
donde te mueves entre mareas de información
(algunas correctas, otras erróneas, otras sencillamente dementes),
olas de opinión tan potentes que amenazan con ahogarte,
sigue tocando.

Incluso cuando sientas que la amistad es un campo de batalla
donde la brisa está cargada de ego y desconfianza,
donde el afilado sol se oscurece
por un billón de flechas que cantan con la claridad de los pájaros,
donde intercambiamos palabras encendidas en bares y autos recalentados,
donde sentimos que somos lo que queda de los naufragios
de los ideales abandonados,
sigue tocando.

Incluso cuando las respuestas negativas se apilen como pirámides
y te digan que no tienes talento
y que nadie quiere escuchar a un rapero de un pequeño pueblo de Australia
y que ninguna radio va a poner tu música
y gritas y gritas y nadie te escucha,
sigue tocando.

Pero no estoy seguro de por qué deberíamos,
cuando claramente las posibilidades apuntan en contra nuestra.
Porque sé que el corazón de los hombres
es un pastizal donde florece la oscuridad.

Todo lo que sé es que tengo suerte de estar aquí
y que algún día, pronto, este hombre de pasión y lujuria
va a ser polvo y cenizas.
Y que voy a esparcirme de vuelta en el suelo del que salí
y que no quiero que mi último suspiro sea un lamento.
Quiero poder decir que salté del acantilado cuando fue necesario,
que bebí del cáliz cuando me lo pasaron.
Que incluso cuando el disco estaba rayado,
la aguja quebrada y el micrófono desconectado,
seguí tocando.

Esto es un advertencia para todos.
El mañana no es tu amigo.
Así que nunca dejes que el fuego de tu lámpara se consuma.
Porque nunca sabes
cuándo podría terminar hoy.

viernes, 25 de abril de 2014

Tu propia voz (por Mary Oliver)


Un día supiste por fin

lo que tenías que hacer, y empezaste,

aunque a tu alrededor las voces

seguían gritando

sus malos consejos,

aunque toda la casa

empezó a temblar

y sentiste el antiguo tirón

en los tobillos.

“¡Arréglame la vida!”

gritaba cada voz.


Pero no paraste.
Sabías lo que tenías que hacer,

aunque el viento hurgaba

con sus dedos rígidos

en las bases mismas,

aunque su melancolía

fuese terrible. Ya era bastante

tarde, y una noche salvaje,

y la calle llena de ramas

caídas y de piedras.
Pero de a poco,

mientras dejabas las voces atrás,

las estrellas empezaron a arder

entre las sábanas de nubes,

y había una voz nueva,

que lentamente

reconociste como tu propia voz,

que te acompañaba

mientras te adentrabas más y más

en el mundo,

decidida a hacer

lo único que podías hacer, decidida a salvar

la única vida que podías salvar.

jueves, 24 de abril de 2014

Pero las manos no te sueltan (por Edith Södergran)


Nadie te había advertido de que este baile
podría durar tanto, tú has entrado como
para participar
en un juego que se puede dejar para
volver a casa a comer o a dormir cuando llega la noche
y la noche llega, pero las manos que te agarran
te mantienen en el corro, no te sueltan,
después de un discreto intento te rindes,
continúas el juego, sigues sonriendo
pero con otra sonrisa,
aún no acabas de creer que va en serio
a pesar de que el baile prosigue por la noche
y que las sombras
se mueven largas y duras
como una carne negra, y el primer horror te golpea
cuando por fin comprendes que era justo eso,
tu propia vida, pero superas ese horror
y decides que puedes vivir con él, y se desvanece
cuando llega la primera alegría, después un segundo
horror más grande y una alegría más grande y
los pasos del baile prosiguen cada vez más profundos en días y noches,
y tú ríes y lloras las risas de todos
y los llantos de todos, y bailas cada vez mejor, inventas
nuevos pasos y sonríes
sonríes y sabes
lo que sabes.
Nadie te lo había advertido, al principio.

miércoles, 23 de abril de 2014

La trampa (por Saiz de Marco)

Cuando llegues a la meta te sentarás en el suelo
respirarás aliviado
la meta tan deseada
y ahora por fin el descanso
crees que te lo has merecido

Brotarán sin darte cuenta las telarañas
la herrumbre
el moho por las paredes interiores de tu vida

ese moho que corroe
que oxida y pudre los muros

Date la vuelta
no cruces
no atravieses esa raya
no entres en zona de ruinas
de fracturas
de derrumbes

Echa a correr nuevamente
vamos
un pie
y otro y otro
aléjate de esa trampa
de ese ardid
de esa impostura

es cuestión de vida o muerte
márchate de allí enseguida

No te dejes apresar por sus cuerdas envolventes
no te dejes amarrar por su lazo de llegada
no te dejes capturar
no te dejes hundir

La meta es una gran farsa
una argucia
una emboscada

pero tú estás aún a tiempo de no caer

en sus redes

martes, 22 de abril de 2014

Y ella está en tu baño (por Andriy Lyubka)


Esa mujer en tu baño, depilándose,
celebrará su 24º cumpleaños mañana.
Tal vez "celebrar" sea una palabra demasiado ruidosa,
simplemente llamará por teléfono a papá y mamá
y hará sus oraciones antes de ir a la cama.
Tú no entiendes sus oraciones, ni sus miradas misteriosas,
la lengua que usa en los menús de su teléfono.
No estáis predestinados a estar juntos, y es mejor así,
te dices a ti mismo: "es mejor así".
En los momentos de ternura infrecuente, dices
que crees que ellos no tienen armas nucleares,
ninguna destrucción masiva, y te sientes un idiota.
Y entonces sueñas que su cuerpo
huele a armas nucleares, como los desiertos, las canciones de los gitanos.
"¿Pero por qué gitanos?", te preguntas a la mañana siguiente,
lástima, no hay respuesta para esa pregunta. No sabes nada
sobre su infancia, sobre el territorio en que recibió su educación en inglés,
ni por qué exactamente te eligió a ti y no a otro.
Estáis juntos hace tres semanas. Y a veces examinas el mapa del mundo,
analizando la localización de Irán, sus vecinos,
sus recursos, naturales y humanos.
Consideras que, con el paso del tiempo, la entenderás mejor.
A veces haces preguntas sobre Irán, y le prometes que iréis a visitar el país juntos,
y ella todavía huele a verano gitano y a armas nucleares,
su desierto está entre vosotros dos, la noche se acerca
y ella está en tu baño, depilándose.

lunes, 21 de abril de 2014

Celebración de la apariencia (por Joaquín Giannuzzi)


Qué materia ligera para el ojo
sometido a presión. Girando
sobre cada eje verde, se agrupan
en explosiones suaves
de rojo, violeta y blanco totalmente recientes
hacia un centro de ingrávidos objetos.
Dominación frontal, casi con nada y al descuido
en la hora indistinta, cuando todo
está bien. Alegrías
de agua liviana en un solo plano. La gracia más conforme
de estar allí como en el campo
de una dulce costumbre. Un poco ebria
la perspectiva asegura
la inestable sociedad de las cosas.
Pero amar el mundo, su abundante presente,
es obtener más luz:
esta celebración de la apariencia
que sin embargo se sostiene hasta el fin.

domingo, 20 de abril de 2014

Tu rostro definitivo (por Sigfrido Radaelli)


Supongamos que soy un espejo.
Me miras. Sólo un instante.
Tu mirada cae, los ojos entreabiertos,
cansados.
Una sombra orgullosa sobre tus labios.
Aprietas la boca. No es desdén,
es una infinita tristeza.
Arriba, enérgico, el casco brillante,
el airón de plumas, los colores.
Debajo, sujetando tu barba,
la cinta de metal.
Miro de nuevo en tus ojos entrecerrados,
estremecidos.
¿Qué más da? ¿Cumpliste tu vida?
¿Todo lo que anhelabas,
tus sueños,
son ya la sombra de tu casco?
De todos los espejos en que te miraste año por año,
joven, sonriente,
fuerte, dominador,
es éste el que contempla tu rostro definitivo.
Aquí estoy, pareces decirme.
Siempre era yo mismo. Y ahora soy yo mismo
este comienzo de ruina dorada
que aún resplandece.

sábado, 19 de abril de 2014

Te ofrezco (por Jorge Luis Borges)


¿Con qué podría retenerte?

Te ofrezco esbeltas calles, puestas de sol desesperadas, la luna de suburbios mal cortados.

Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado largamente la luna solitaria.

Te ofrezco mis ancestros, mis muertos, los fantasmas que los vivos han honrado con bronce: al padre de mi padre que murió en la frontera de Buenos Aires con dos balas que atravesaron sus pulmones, barbado y muerto, a quien amortajaron sus soldados con una piel de vaca; a ese bisabuelo, de la línea materna, que comandó, con veinticuatro años, una ofensiva de trescientos hombres en el Perú, ahora sólo fantasmas sobre monturas desleídas.

Te ofrezco, sea cual fuere, la sapiencia que contengan mis libros, y la hombría y el humor que contenga mi vida.

Te ofrezco la lealtad de un hombre que jamás ha sido leal.

Te ofrezco el núcleo duro de mí mismo que he guardado, de algún modo; el corazón central que no comercia con palabras, no trafica con sueños, y no tocan el tiempo ni el placer ni las adversidades.

Te ofrezco la memoria de una rosa amarilla vista al atardecer algunos años antes de que nacieras.

Te ofrezco explicaciones de vos misma, teorías de vos misma, auténticas y sorprendentes noticias de vos misma.

Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; intento sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota.

viernes, 18 de abril de 2014

Espacio de la dicha (por Vicente Sabido)


Libro de pastas verdes, con grandes hojas y selvas
y en tus ojos oscuros, abuela, se refleja
el ruido de la calle.

Y el patio al que regreso
con lágrimas furtivas.
El patio con arriates y mimosas
plantadas en bocoyes.
El patio, el patizuelo
que a mí se me antojaba en las felices siestas.
Profunda, verde fronda, más que la de tus libros.

Qué densa soledad aquellas tardes
el tiempo me ofrecía.
Qué mágicas andanzas tras los perros,
los gatos y las latas.
Qué oscuro microcosmos de grandeza
los viejos torreones, las campanas.

(Tras la persiana verde, abuela, tu universo
de espejos y de encajes.)

Espacio de la dicha que no ha de regresar
pues sólo en mí existía.
Dónde estará. No logro adivinarlo
cansado de mirar
sin inocencia.

jueves, 17 de abril de 2014

El maratonista (por José Watanabe)


Te has metido solo en esto, muchacho,
pero tu lentitud nos angustia a todos.
Después de tantos kilómetros, se acabaron tus fuerzas,
pero todavía insistes en llegar a donde ya no importa.
Esto ya no tiene sentido, no abuses
de nuestra piedad: anda a tu casa
y comprende que alcanzarte una esponja con agua
fue lo único que pudimos hacer por ti.

(Pero ama al niño que cree que puede
lanzar su energía como un rayo al centro de tu cuerpo
y a la vieja
que se santigua como si viera pasar un santo lastimado.)

Tus piernas son cada vez más pesadas.
Conozco cómo es eso: también sé
lo que es ansiar desesperadamente aire
para durar un poco más.

Al dar la curva encontrarás una calle solitaria.
Cambia el paso allí, disimula tu fracaso y camina
lentamente
pisando las hojas amarillas de la morera
como hago yo cada día, ya libre de toda competencia.

miércoles, 16 de abril de 2014

Pero quién (por Thomas Merton)


No te muevas.
Escucha las piedras de las paredes.
Silencio, tratan
de decir
tu nombre.
Escucha
las paredes vivas.

¿Quién eres?
¿Quién
eres? ¿El silencio de quién
eres?

Quién (quédate quieto)
eres (como estas piedras
quietas). No pienses
en lo que eres
y menos en
lo que puedes ser.

Mejor
sé lo que eres (¿pero quién?),
sé el impensable
que no conoces.

Oh, no te muevas, mientras
todavía estás vivo
y las cosas viven a tu alrededor
hablándole (no oigo)
a tu propio ser,
hablando por lo desconocido
que está en ti y en ellas.

"Como ellas, voy a tratar
de ser mi propio silencio":
y eso es difícil. Todo el mundo
se incendia secretamente. Las piedras
arden, hasta las piedras me queman.
¿Cómo puede un hombre estar quieto o
escuchar todas las cosas quemándose?
¿Cómo se atreve a sentarse con ellas
cuando todo ese silencio está en llamas?

martes, 15 de abril de 2014

De los cuerpos y las cosas que otro amó (por Claudia Masín)


Yo comprendo la pasión de los astrónomos,

las noches en vela, la atención dispuesta

a captar, de entre todo lo que existe,

cierta fosforescencia en el cielo. Podría decir,

como ellos, que las cosas que me importan

no suceden en el mundo. La mirada vive, en lo que ve,

una segunda vida, más real que la primera, más intensa.

Yo pensaba que mirándote siempre, en todos los momentos,

los instantes preciosos que guardabas dentro de tu cuerpo

se transferirían a mi propia constelación

de recuerdos, y lo deseaba con tanta fuerza que creí

ver con tus ojos –sin haberme movido jamás de esta ciudad

o de este cuarto- los detalles de tu casa natal, las tormentas

de nieve en un pueblito del sur, la tierra

completamente roja en el otoño, invadida por las hojas

de los arces, dos pies pequeños y descalzos

cubiertos por el barro, el rostro de tu madre.

Quizás la intimidad entre dos seres dura

lo que dura ese momento en que sabemos

de los cuerpos y las cosas que otro amó

en otro tiempo. O acaso nadie alcance a rozar,

ni en su deseo, las imágenes ajenas,

y estés sola, y yo esté solo, y sea el nuestro

-como el recorrido de las familias de esquimales hacia el sol

sobre la nieve- un viaje del cual no queda huella.

lunes, 14 de abril de 2014

Todo lo que os digo es un monólogo (por Wislawa Szymborska)


La relación unilateral entre vosotras y yo
no va mal del todo.

Sé qué es una hoja, un pétalo, una espiga, una piña, un tallo
y qué os pasa en abril y en diciembre.

Aunque mi curiosidad no es correspondida,
sobre algunas me inclino con especial atención
y ante otras levanto la cabeza.

Tengo nombres para vosotras:
arce, cardo, narciso, brezo,
enebro, muérdago, nomeolvides,
y vosotras no tenéis ninguno para mí.

Hacemos el viaje juntas.
Y durante los viajes se habla, ¿no?
Se intercambian opiniones al menos sobre el tiempo
o sobre las estaciones que pasan volando.

No faltarían temas porque nos unen muchas cosas.
La misma estrella nos tiene a su alcance.
Proyectamos sombra según las mismas leyes.
Intentamos saber cosas cada una a su manera
y en lo que no sabemos también hay similitud.

Lo aclararé como pueda, preguntadme y ya está:
qué es mirar a los ojos,
para qué me late el corazón
o por qué mi cuerpo no echa raíces.

Pero cómo contestar a preguntas nunca hechas,
si, además, una es
para vosotras tan nadie.

Musgos, bosques, prados y juncales,
todo lo que os digo es un monólogo
y las que escucháis no sois vosotras.

La conversación con vosotras es necesaria e imposible.
Urgente es una vida apresurada
y aplazada hasta nunca.

domingo, 13 de abril de 2014

Un ritmo (por Robert Creeley)


Todo es un ritmo,

desde el cerrarse

de una puerta, hasta el abrirse

de una ventana.


Las estaciones, la luz

del sol, la luna,

los océanos, el crecimiento

de las cosas,


la mente de los hombres,

íntima, volviendo a ellos

de nuevo,

creyendo que el final


no es el final, volviendo

atrás el tiempo,

ellos muertos pero

con alguien por llegar.


Si estoy muerto en la muerte,

en la vida también

me muero, me muero...

Y las mujeres lloran y se mueren.


Los chicos crecen

hasta ser solo viejos.

El pasto se seca,

la potencia se va.


Pero se encuentra con otra

que vuelve, oh no la mía,

no la mía, y

a su tiempo muere.


El ritmo que se proyecta

desde sí mismo continúa

doblegándolo todo con su fuerza

desde la ventana hasta la puerta

desde el techo hasta el piso,

luz al abrirse,

oscuridad al cerrarse.

sábado, 12 de abril de 2014

La eternidad en nosotros (por Juan Ramón Jiménez)


Puedes ya, sol, apagarte si quieres y como quieras;

porque este instante de nuestro amor

ha ido más allá de tu fin y de tu olvido.


—¡Hermosa, hermosa luz que has alumbrado,

un momento, la eternidad en nosotros;

que nos has hecho ver, súbitamente, una belleza

a la que tu mismo sol no podrá llegar

nunca!


¿En qué lugar se ha cumplido esto? ¿Dónde

tú, sol mortal, has podido lucir inmortalmente?

¿Dónde nosotros, mortalísimos, hemos podido estar

-y siendo más efímeros que tú- más lejos

aún que tú, sol?

viernes, 11 de abril de 2014

De puntillas (por Begoña Abad)


No sé si te lo he dicho:


mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.


Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.


Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos.

jueves, 10 de abril de 2014

Un año tan año (por Máximo Simpson)


Tan mortal como el otro,
tan reciente,
es un año tan año que da pena,
que da llanto y da rabia.
Eso eso simplemente: tan pequeño,
tan efímero rostro, tan escaso,
tan difunto y floral,
que lo veo pasar desenrollando
variados arrebatos, diminutas acciones,
coyunturas y brindis,
como el buen empleado de oficina,
impasible escribano de los muertos,
que dejará a su vez un almanaque,
una silla y un sueldo para otro.

Minúsculas reyertas con sus golpes de mano,
los gestos estruendosos y las revoluciones,
los precarios destinos navegando en la gota
del año inmemorial que se repite,
me ponen melancólico, irritable.
Sin embargo a mí esto no me arredra,
no me estorba empezar todo de nuevo:
ordené mis carpetas,
discipliné el declive de mis años,
esta gran inquietud que me atenaza,
y me dispuse a ser,
a ser nomás un hombre,
con el desbarajuste que sostengo,
con mi gran ansiedad desaforada,
y así compaginados mis recelos,
metodizada el ansia, con mi tormento en regla,
yo me puse a vivir entre mis deudos,
a caminar entre vecinos,
para vivir nomás, vivir si esto es posible,
solamente morir,
vivir y estar cayendo.

miércoles, 9 de abril de 2014

Como si estuviera contigo (por Walt Whitman)


Lleno de vida, hoy, compacto, visible.
Yo, de cuarenta años de edad del año ochenta y tres de los Estados.
A ti, dentro de un siglo o de muchos siglos.
A ti, que no has nacido, te busco.
Estás leyéndome. Ahora el invisible soy yo.
Ahora eres tú el compacto, el visible, el que intuye los versos y el que me busca.
Pensando qué feliz serías si yo pudiera ser tu compañero.
Sé feliz como si estuviera contigo 

(no tengas demasiada seguridad
de que no estoy contigo).

martes, 8 de abril de 2014

Ya pasaron (por Selva Casal)


tengo miedo tengo noche
todas las generaciones pasaron por mí
todas las especies
ya pasaron los que aún no nacieron
ya pasaron los amores los odios
los que ríen inauditamente
los que muerden manzanas los que lloran
déjanos resucitar un día
tócanos como el amanecer toca la tierra
y los dragones verdes que están entre las hojas
llámanos
como la lluvia llama a las ranas pequeñas en el bosque
a los saltamontes de ojos taciturnos
sé como la magnolia que un día sostuve entre mis manos
sin saber que ella era yo misma
te estoy hablando de la vida
porque si me hubieras conocido me habrías amado
amándome está la hormiga esquiva en su secreto
amándome está el tigre de ojos dorados
y la luciérnaga 

lunes, 7 de abril de 2014

También (por José Emilio Pacheco)


Dos mil años después de que el Vesubio
sepultó entre cenizas a Pompeya
encontraron un muro en que estaba escrito:


Nada es eterno.
Brillan los soles y en el mar se hunden.
Arde la luna y se desvanece más tarde.
La pasión de amor
se termina también
como la lluvia.

Al tercer día de copiado el grafito
el yeso en que lo inscribieron se vino abajo.

Se acabaron los versos
como la lluvia.

domingo, 6 de abril de 2014

Un anciano y un niño (por Fernando Ortiz)

Los pasos de mi abuelo eran muy lentos.
Me enseñaba los nombres de los astros y las constelaciones:
Osa Mayor, Menor, Orión, El Arquero,
Venus siempre brillante.
El negro terciopelo del campo de Sevilla en mitad de la noche
y un anciano y un niño cogidos de la mano.
¿Qué pensaba aquel viejo de la vida?
Andan mis hijas junto a mí.
Hablan de sus deseos y memorias.
Absorto en mis problemas
quizá les hablo para no escucharlas.
Rito que se renueva, a veces las escucho
y contesto como el anciano
con palabras pausadas de un oculto sentido.
Qué importan las palabras; lo que importa es el tono
y atender a quien pone su vida en nuestras manos.
Mi padre, un pobre hombre,
por pequeñas cuestiones acosado,
hubo de solventarlas para darme la vida,
y yo lo despreciaba.
Su muerte fue tan gris como sus días.
Disipados los sueños, destruida la fe,
quizá tú únicamente, padre mío,
rodees, sabiendo, con tus brazos mis hombros.
Blanda nos sea.
Esa mujer fue dulce
y siempre creyó en mí –era mi madre–.
Cantaba por las tardes con una voz suave.
A la hora de la siesta
se dormía a sus pies el aire del verano.
Murió gritando, la razón perdida.

Perdida la esperanza, quebrada ya la fe,
permanecen los nombres de los astros y las constelaciones.
Un anciano y un niño cogidos de la mano.

sábado, 5 de abril de 2014

Mi oferta de alegría (por Félix Grande)


Contempla todo esto, mujer de tu hombre.
Pongo a tus pies mi oferta de alegría,
lo que me queda por vivir, el arrepentimiento
agusanado, la gratitud florida. Tenme.
Pongo a tus pies lo que me queda.
Siempre fuimos más jóvenes que hoy:
nunca tan juntos. Nunca tan destino.
Éste era el premio. Y aquí está. Y ahora:
precisamente, arrugamente ahora.
Nuestra vida reunida, cauterizada, entera: mírala.
Mírale la carita a la palabra Ahora:
cinco letras omnipotentes.
...Yérguete de la silla. Apóyate en mi brazo.
Ponte guapa, que estamos convidados
a una pizca de tiempo inmenso.

viernes, 4 de abril de 2014

Morirán grandes trozos de nosotros (por Antonio Orihuela)


Los sueños de mi padre se han cumplido,
morirá feliz y atado a sus árboles y su barbecho,
volviendo a casa en su mula,
dormido en el sofá frente un documental de bichos en La 2.
Habrá arena en sus botas
unas humildes botas de mercadillo
de las que guarda tres pares nuevos e idénticos.

Morirán muchas cosas, grandes trozos de nosotros,
cuando la muerte se vista con él.

Mi madre lo mantendrá vivo
mientras se repitan, iguales,
las nieves, las flores, las cosechas.

jueves, 3 de abril de 2014

Algo que estaba oculto (por Ubayd Allah al-Walid)


La libre primavera te ha llegado:
Camina tan sonriente y tan bonita
que casi puede hablar.
En las profundas sombras de la noche
Nawruz ha despertado a las primeras rosas,
dormidas aún ayer.
El frescor del rocío las va abriendo
lo mismo que si fuera divulgando
algo que estaba oculto.
De nuevo devolvió la primavera
su vestido a los árboles, y es como si desplegaras
un precioso brocado.
Y resulta tan fino el soplo de la brisa
que parece traerte
el gozo del aliento de los seres amados.

miércoles, 2 de abril de 2014

Mi alma es como tierra dura (por Leopoldo María Panero)

Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma.
Mi hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

martes, 1 de abril de 2014

Haikus (por Aitor Suárez)


No sé, amor,
qué he ganado ni qué
perdí por ti.


…..

No sé en qué
me agrandaste ni en qué
me redujiste.


…..

Amor, no sé
el balance y no
quiero saberlo.