lunes, 11 de octubre de 2010

Después de amarnos (por Juan Ramón Jiménez)

Cuando, después de amarnos, te coges el cabello
desordenado, ¡cómo son de hermosos tus brazos!
Como en un libro abierto, surge la letra negra
de tus axilas, fina, dulce sobre lo blanco.

Y en el gesto violento se te abren los pechos
y los pezones, tantas veces acariciados,
parecen, desde lejos, más oscuros, más grandes...
el sexo se te esconde, más pequeño y más blando...

¡Oh, qué desdoblamiento de cosas!
Luego, el traje
lo torna todo al paisaje cotidiano,
como una madriguera en donde se ocultaran,
lo mismo que culebras, pechos, muslos y brazos.

1 comentario:

  1. Muchas cosas nos dejaron
    las antiguas profecías
    dijeron que en nuestros días
    será lo que Dios quisiere.

    Que si lloviere hará lodos,
    y será cosa de ver
    que nadie podrá correr
    sin echar atrás los codos.

    Las mujeres parirán
    si se empreñan y parieren,
    y los hijos que nacieren
    de cuyos fueren serán.

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