miércoles, 6 de octubre de 2010

Oh, las cuatro paredes (por César Vallejo)

Oh las cuatro paredes de la celda.
Ah las cuatro paredes albicantes
que sin remedio dan al mismo número.
Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.
Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro estas paredes.
Contra ellas seríamos contigo, los dos,
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!
Ah las paredes de la celda.
De ellas me duele entretanto, más
las dos largas que tienen esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una.
Y sólo yo me voy quedando,
con la diestra, que hace por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo,
esta mayoría inválida de hombre
.

8 comentarios:

  1. Cuatro paredes tiene mi celda (y la tuya) seguramente soy, como tú, el preso y también el carcelero

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  2. La cárcel que construí
    la cárcel que edifiqué
    en la que yo me metí
    en la que yo me encerré

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  3. Hablando se entiende, y se confunde, la gente.

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  4. Círculo Cultural FARONI24 de enero de 2013, 9:28

    Lo que llamamos "sólidas convicciones" a menudo es pereza de pensamiento.

    (JOSÉ ANTONIO MARINA)

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  5. No sé si los astros gobiernan en este mundo,
    ni si las cartas
    –las de jugar o las del Tarot–
    pueden revelar alguna cosa.

    No sé si lanzando dados
    se llega a cualquier conclusión.
    Pero tampoco sé
    si viviendo como el común de los hombres
    se alcanza cualquier cosa.

    Sí, no sé
    si he de creer en este sol de todos los días,
    cuya autenticidad nadie me garantiza.
    O si no será mejor, por ser mejor o más cómodo,
    creer en cualquier otro sol
    –otro que ilumine incluso de noche–.
    en cualquier profundidad luminosa de las cosas
    de la que no percibo nada...

    Entretanto
    (Vamos despacio)
    Entretanto
    tengo el pasamanos de la escalera absolutamente seguro.
    Seguro con la mano
    –El pasamanos que no me pertenece
    y apoyado al cual asciendo–...
    Sí... Asciendo
    Asciendo hasta esto:
    No sé si los astros gobiernan en este mundo...

    (PESSOA)

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  6. ¿Y cómo hacer
    para no despreciar
    lo que se ignora?

    (CUQUI COVALEDA)

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  7. El lujo es como un fuego de artificio en el que arden el trabajo de los obreros y la salud y la dicha de los pobres.

    (PAYOT)

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  8. Compañera de mi alma,
    dices que no siento ná,
    y la carne de mis huesos
    a pedazos se me va.

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