A veces, raras veces, siento la fatiga
de una travesía demasiado larga.
Se me cierran los ojos, llego a puerto.
¡Tantos queridos rostros me sonríen!
Es de nuevo la casa de la infancia,
el patio, el río, mi madre que me llama,
el verano en París, el cuarto diminuto
donde por primera vez no estuve solo
y luego, por primera vez, estuve solo.
Cierro los ojos. En la sombra el mundo
y a una nueva luz todas las cosas
que alguna vez amé, que tuve y que perdí.
Todas me esperan al final de todo.
Están muy cerca ya. ¿No se divisa
la tierra firme tras de aquellas nubes?
Miro la lenta estela de mi vida,
incesante se borra frente a mí.
El pasado, el futuro, espuma blanca,
monótona escritura que no acierto
a descifrar. Sueño en llegar a casa,
en acabar un viaje demasiado largo,
sin ilusiones ya, con agua apenas.
Estoy listo, adiós, adiós, la maleta
rebosa de impaciencia y de regalos.
Sueño en los rostros que me aguardan
-otra vez juntos tras de tanto tiempo!-
allá, en el puerto, bajo tierra leve.
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ResponderEliminarPor favor, borrad el comentario. Se refería al poema anterior, de W. Szymborska.
ResponderEliminarNo te preocupes, ya lo hemos suprimido.
ResponderEliminarPardiez, magnífico poema
ResponderEliminarGracias, Anónimo. Tenemos más poemas de JL García Martín que irán apareciendo poco a poco. Un saludo.
ResponderEliminar
ResponderEliminarNo tengas celillos
ni pases fatigas,
que no quiero a nadie
mientras tú me vivas.
ResponderEliminarOlvidadizo de que ya lo era, quise ser argentino.
(BORGES)
¿ A dónde irás a parar,
ResponderEliminaramor que de mí te alejas?
¿En dónde irás a encontrar
otro amor como el que dejas?