Siempre le pedía fresas a mi madre
y mi madre me gritaba
las fresas en mayo
las fresas
en mayo.
Y cuando mayo
yo era un bosque de fresas
y en las piernas fresas
y en las muñecas
y en el puente de la risa.
Pero desde que la ingeniería genética
ha demostrado
que las fresas antiguas se equivocaban,
las tengo de enero a diciembre,
el lunes y el martes,
el miércoles
y el remiércoles
y también el treinta y siete
de abril.
Y ahora todo es
un cansancio de fresas
y un tres por dos
y un bah
y un dejadme en paz.
Yeah.
ResponderEliminarFresas salvajes. Son.
Gracias, anónimo, por tu comentario. Nos gustó el poema por la contundencia con que refleja el tránsito, tan fronterizo, del deseo al hartazgo.
ResponderEliminar¿Álguien sabe lo que es "el puente de la risa"?
ResponderEliminarMe lo expliquen, porfa.
No sé, pero a mí me sugiere la pequeña obra de ingeniería que hacemos con la boca, las mejillas y también por dentro: con regiones corporales y anímicas que -dada mi incultura- no sé nombrar..., para reírse. Todo un puente levadizo, el de la risa, ¿o no?
ResponderEliminarBuenos días, Emilia.
ResponderEliminarEs posible que sea como dices.
Yo sí conocía el llamado "hueso de la risa", como llamábamos de chicos al coxis.
Gracias por tu respuesta.
Gran poema, lo mires desde el puente que lo mires.
ResponderEliminarGracias, Jorge. Nos alegra que te guste nuestra antojolía, que no antología.
ResponderEliminarLo que me parece hermoso, lo que querría hacer, es un libro sobre nada, un libro sin atadura exterior, que se sostendría él mismo por la fuerza interna de su estilo, como la Tierra sin ser sostenida se mantiene en el éter, un libro que casi no tendría tema o cuyo tema al menos sería casi invisible, si es que se puede.
ResponderEliminar(FLAUBERT)
ResponderEliminar¡ Qué bonico que NO eres,
qué gracia que NO me haces !
Por Dios te pido, buen mozo,
que por mi puerta no pases.
ResponderEliminarTambién los mejores jinetes caen a veces del caballo.
(proverbio chino)