Una mujer temblorosa aprieta
el brazo de su acompañante.
Él vuelve hacia ella un rostro
tan largo como un número de serie
y dice: “El sesenta por ciento de los muertos
por accidente en carretera
son peatones”.
La mujer deja de temblar: todo está controlado.
A punto estuvo de creer que algo
anormal ocurría,
algo a lo cual debía responder
con un grito, un espasmo,
un ligero anticipo de la carne
ante la gran salida, pero no:
aquello es conocido y ya no la involucra;
le pertenece a otros. Y él añade: “Han llamado
a una ambulancia”, y ella se relaja,
su angustia la abandona:
el orden nos exime de ser libres,
de despertar en otro, de despertar por otro.
A punto estuvo de gritar, desde esa carne ajena,
pero el orden contuvo a tiempo ese delirio.
Grandísima Chantal. He apretado el brazo de mi acompañante al leer estos versos. Apunto estuve de gritar.
ResponderEliminarmuy bueno
ResponderEliminarHola, Jorge. Hacía mucho que no te veíamos por aquí. Nos alegra que te guste lo que seleccionamos, o al menos algunos de los poemas. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarQuien no sabe callar, no sabe hablar.
ResponderEliminarComplicar es más fácil que simplificar.
ResponderEliminarCada cosa a su tiempo, y los nabos en adviento.
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ResponderEliminarCrece el fuego con el viento,
con la noche el padecer,
con el recuerdo la pena,
con los celos el querer.
ResponderEliminarVale más trote largo que galope corto.
(proverbio chileno)
ResponderEliminarCada hombre es un abismo, y cada mujer lo mismo.
Un hombre que se respeta a sí mismo no tiene patria.
ResponderEliminar(CIORAN)