miércoles, 23 de marzo de 2011

Viendo pasar un tren (por Luis Rosales)

Me contaba su sueño hasta agotarse
y sus palabras eran
como el paso del tren cuando te encuentras junto a la vía
y sientes su atracción en todo el cuerpo al mismo tiempo
y vibras empujado por el vacío
que tiene un fundamento de dulzura y terror.
Mientras me hablaba
ella vivía desde este fundamento
en donde el miedo de vivir se nos acerca tanto
que la carne se agrieta para arder,
que la carne se agrieta
como la llama tiene un vacío, en su centro, de sombra natural;
y ella se iba llenando de ese hueco,
de ese espejo de nieve simultánea
mientras seguía contándome su sueño como si no pudiera despertar,
como si hablara sola,
sintiéndose empujada únicamente
por ese miedo transitivo que aún empapaba sus palabras.
Y sin embargo algo ha nacido de esa conversación extenuante,
algo que siento ahora,
que seguiré sintiendo siempre
como escucho a esta niña de tierra improvisándose
que reúne su temblor para decirme
que no sabe vivir,
que no puede vivir
porque la carne se le queda cada día más pequeña;
tan pequeña que ha llegado a sentirse impedida,
y ya no podrá nunca llegar hasta su casa,
y ya sólo recuerda que vivía en un colegio,
y ya sólo recuerda que vivía dentro del dormitorio de un colegio,
donde todas las noches despertaba
viendo pasar un tren por el pasillo atónito,
viendo pasar todas las noches el mismo tren
por el mismo pasillo titilante de camas sucesivas,
de camas con guirnaldas de muchachas que duermen
sin salir del espejo,
sin ver pasar el tren
que a ella, todas las noches, va despertándola un poco más,
a fuerza de seguirlo,
a fuerza de seguirlo cuando pasa y se pierde en la sombra,
y la desclava de su cuerpo igual que se desclava con la humedad un cuadro en la pared,
y la deja tronchada en las vías
sobre las cuales pasa el tren donde ella misma va sonriendo en todas las ventanas.

8 comentarios:

  1. Me ha recordado Mujer con Alcuza, de Dámaso Alonso.

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  2. RAMÓN y sus greguerías13 de diciembre de 2013, 11:00

    El dolor más grande del mundo es el dolor de colmillo de elefante.

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  3. Por coger la zarzamora
    una espina me he clavao
    que hasta el corazón me llora.

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  4. Entre paredes,
    cocinas, gente subo
    en ascensor.

    (RAFAEL BALDAYA)

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  5. Toda obra de arte está definitivamente inacabada.

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  6. Por más que leas las escrituras
    no llegarás muy lejos.
    La sabiduría se concentra
    en las dos sílabas de la palabra «amor».

    (KABIR)

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  7. Los calumniadores deberían ser colgados por la lengua, y quienes les prestan atención por las orejas.

    (PAULO)

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  8. Risa:

    Convulsión interna, que produce una distorsión de los rasgos faciales y se acompaña de ruidos inarticulados. Es infecciosa y, aunque intermitente, incurable. La tendencia a los ataques de risa es una de las características que distinguen al hombre de los animales, que se muestran no sólo inaccesibles a la provocación de su ejemplo, sino inmunes a los microbios que originariamente provocaron la enfermedad.

    (BIERCE)

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