¿Hemos de sacrificar a la doncella en el altar de un dios que reclama su sangre
para confirmar su poder sobre nosotros
y comprobar que su grandeza no sufre menoscabo con el paso del tiempo?
Rómpase la grandeza del dios en mil pedazos,
que la lepra corroa la púrpura que cubre su soberbia figura
y que su eternidad se reduzca a ceniza.
Y prevalezca la sencilla gracia de la doncella
viva, fugaz, irrepetible,
su sonrisa tan clara,
su alegría que ella no sabe efímera, y por tanto es
en su ser presente inmortal
un instante.
Ningún fanático se ríe de sí mismo.
ResponderEliminarDesdichado aquel que tiene un mal vecino.
ResponderEliminarA borrica arrodillada, no le dobles la carga.
ResponderEliminarLos sabios y los tontos son igualmente inofensivos; los que son de temer son los sabios a medias y los medio tontos.
ResponderEliminar
ResponderEliminarTodo desagüe,
por mucho que lo adornes,
es un desagüe.
(CUQUI COVALEDA)
ResponderEliminarQuien sólo entiende de química tampoco entiende de química.
(LICHTENBERG)
ResponderEliminarBelleza pura.
No digiere ni excreta.
Venus de Milo.
(RAFAEL BALDAYA)
ResponderEliminarDespués de los años miles, vuelven las aguas a sus carriles.
ResponderEliminarHay disonancias que suenan bien. Hay cacofonías eufónicas.
Mil kilos pesa
ResponderEliminarla nube que descarga
mil litros de agua.
(CUQUI COVALEDA)