En el último río de la ciudad, por error
o incongruencia fantasmagórica, vi
de repente un pez casi muerto. Boqueaba
envenenado por el agua inmunda, letal
como el aire nuestro. Qué frenesí
el de sus labios redondos,
el cero móvil de su boca.
Tal vez la nada
o la palabra inexpresable,
la última voz
de la naturaleza en el valle.
Para él no había salvación
sino escoger entre dos formas de asfixia.
Y no me deja en paz la doble agonía,
el suplicio del agua y su habitante.
Su mirada doliente en mí,
su voluntad de ser escuchado,
su irrevocable sentencia.
Nunca sabré lo que intentaba decirme
el pez sin voz que sólo hablaba el idioma
omnipotente de nuestra madre la muerte.
Pinta en el coche
ResponderEliminarsucio de su vecina
un corazón.
ResponderEliminarBuena es la nieve que a su tiempo viene.
ResponderEliminarDa más trabajo hacerlo mal, porque hay que hacerlo dos veces.
(proverbio griego)
ResponderEliminarLa sequía mata las plantas, pero demasiada agua también.
(proverbio de Zambia)
Gritamos invocando el pasado, invocando un pasado que jamás existió.
ResponderEliminar(GIL DE BIEDMA)
Ojos de pez
ResponderEliminaren el supermercado
me miran fijos.
(RAFAEL BALDAYA)
Hay que tomar notas, hay que subrayar, hay que luchar contra el texto, escribiendo al margen: “¡Qué estupideces! ¡Vaya ideas!”. No hay nada tan fascinante como las notas marginales de los grandes escritores. Es un diálogo vivo. Erasmo dijo: “El que no tiene libros destrozados es que no los ha leído”.
ResponderEliminar(STEINER)
TODO
ResponderEliminarAl mar y al amor
Verdad, sí, sí; ya habéis los dos sanado
mi locura.
El mundo me ha mostrado, abierta
y blanca, con vosotros,
la palma de su mano, que escondiera
tanto, antes, a mis ojos
abiertos, ¡tan abiertos
que estaban ciegos!
¡Tú, mar, y tú, amor, míos,
cual la tierra y el cielo fueron antes!
¡Todo es ya mío, todo, digo, nada
es ya mío, nada!
(JUAN RAMÓN JIMÉNEZ)