A veces tengo ganas de ser cursi
para decir: La amo a usted con locura.
A veces tengo ganas de ser tonto
para gritar: ¡La quiero tanto!
A veces tengo ganas de ser un niño
para llorar acurrucado en su seno.
A veces tengo ganas de estar muerto
para sentir, bajo la tierra húmeda de mis jugos,
que me crece una flor, rompiéndome el pecho
una flor, y decir: Esta flor,
para usted.
¡Eleeeee...!
ResponderEliminarLos relojes mecánicos, cuando todos duermen, juegan a la ruleta con las manecillas. A veces ganan viajes fabulosos a tierras de cruzados; al Mar de Cortés las más de las veces.
ResponderEliminarLos relojes de agua, las clepsidras que adornan nuestras esperas cibernéticas, en raras ocasiones se derraman sobre el escritorio... Y es entonces que hacen fértil el otrora yermo digital. Y surgen entonces como esplendorosas flores de cactus en medio del desierto, los sentidos versos, los textos sencillos cargados de alma.
Nicolás Guillén es uno de ésos que ganaron la partida a las palabras, al lenguaje, a lo decible. Fue capaz de decir cosas que no podían decirse. Y eso, esa modalidad de la magia, es poesía.
ResponderEliminarY eso ya no se lo puede quitar nadie, ni siquiera la señora Muerte, que se lo llevó en 1989.
El que en pleitos anda metido, aunque los gane los ha perdido.
ResponderEliminarLa madre que te parió
ResponderEliminardebió de ser confitera
y por eso tiene su hija
tan dulce la delantera.
Los escritores no lo somos por nuestros méritos, sino por la desgracia de que no podemos ser otra cosa.
ResponderEliminar(GARCÍA MÁRQUEZ)
A la gallina y a la mujer, les sobran nidos donde poner.
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ResponderEliminarLa originalidad es un plagio no detectado.
(INCE)
ResponderEliminarSoy un extraño para cualquier extraño.
ResponderEliminarUn buen libro es el que logra contar algo complejo con un lenguaje sencillo y ahorrador.
(MANUEL ASTUR)
ResponderEliminarEsa onomatopeya: cataclismo.
(RIVERO TARAVILLO)