Siempre llega mi mano
más tarde que otra mano que se mezcla a la mía
y forman una mano.
Cuando voy a sentarme
advierto que mi cuerpo
se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse
adonde yo me siento.
Y en el preciso instante
de entrar en una casa,
descubro que ya estaba
antes de haber llegado.
Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba,
vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
Ya lo dije otra vez: Que este Girondo es un cachondo. Bachiller, Juande, Emilia y toa la peña: Carpe diem y a disfrutar del finde.
ResponderEliminarMe olvidé la tarjeta, soy Sandra.
ResponderEliminarTa luego, mi niña.
ResponderEliminarBuah!!! este poema me parece impresionante!!!
ResponderEliminarDebe ser curioso vernos desde fuera, en esta tierra, corriendo de un lado para otro , encerrados en este mundo.
Habrá, cosas materiales que poseer, espiritualidad...en fin un sinfín de diferentes opciones. Pero tiene que ser una ensalada de comportamientos diferentes muy curiosa.
Total...para acabar vestido de esqueleto
Mmmm...a qué me dedicaría yo realmente, cómo podría engañar a mi mano, a mi cuerpo
Pues yo creo que no hay que pensar tanto. El cielo no es cielo ni tampoco azul (es un efecto óptico, la visión de la masa de ozono), pero eso no debe impedirnos disfrutar de un magnífico y soleado día de playa.
ResponderEliminarY cómo distinguir entre un espejismo real y un espejismo ficticio...
ResponderEliminarPues porque los espejismos reales son el desierto y en ellos salen oasis, lagos y tías buenas en pelotas. (Es broma, carajales, que no siempre vamos a estar tan metafísicos).
ResponderEliminarAh entiendo, tocando...una cosa son las tetas de silicona y otra las naturales
ResponderEliminarLo pasado, pisado.
ResponderEliminarHeridas tenéis, amigo,
ResponderEliminary duelen os.
Tuviéralas yo
y no vos.
ResponderEliminarEl nacionalismo vasco es un poco como el dominó en Valladolid: un fruto del aburrimiento provincial.
(AZAÑA)