Dejé la luz a un lado, y en el borde
de la revuelta cama me senté,
Mudo, sombrío, la pupila inmóvil
clavada en la pared.
¿Qué tiempo estuve así? No sé: al dejarme
la embriaguez horrible de dolor,
expiraba la luz y en mis balcones
reía el sol.
Ni sé tampoco en tan terribles horas
en qué pensaba o que pasó por mí;
solo recuerdo que lloré y maldije,
y que en aquella noche envejecí.
Esto sí que no lo esperaba, ver por aquí al viejo amigo Gustavo Adolfo. Recuerdo que de adolescente, allá por mis 13 años, me pasaba horas y horas leyendo las Rimas ("del salón en el ángulo oscuro...", y sobre todo ésas de "Volverán las oscuras golondrinas..."). Ahora sin embargo no me dicen nada, o casi nada (¿cómo puede una cambiar tanto?). Aunque ésta que habéis puesto, quizá la menos romántica y melodramática de todas, sí sigue apedreando el corazón.
ResponderEliminarSandra, todos y todas hemos pasado por Bécquer y nos hemos emocionado, tal vez llorado, encima de sus rimas. Es como una varicela que hay que pasar entre los 13 y los 15 años.
ResponderEliminar
ResponderEliminarCásate. Si encuentras una buena esposa serás feliz. Si no, siempre podrás hacerte filósofo.
(SÓCRATES)
ResponderEliminarGrosería y no otra cosa, es hablar de forma que a uno no le comprendan todos los que a uno le escuchan, cuando se puede hacer de manera que todos le entiendan.
(UNAMUNO)