domingo, 11 de marzo de 2012

El mismo sol (por Fernando Pessoa)

Bendito sea el mismo sol de otras tierras
que me hermana con todos los hombres
porque todos los hombres en un momento del día lo miran como
yo,
y en ese puro momento
limpio y sensible
regresan lacrimosamente
y con un suspiro que mal sienten
al hombre verdadero y primitivo
que veía al sol nacer y aún no lo adoraba.
Porque eso es natural, más natural
que adorar al oro y a Dios
y el arte y la moral...

20 comentarios:

  1. Hay estrellas que envían su luz a la Tierra con muchos años (años-luz) de retraso. De algunas de ellas la luz que ahora vemos salió cuando aún no habíamos nacido. Me gusta pensar que cuando miro al cielo veo luz salida de las estrellas hace 100, 500, tal vez 1.000 años o más.

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  2. Sin ir más lejos, la luz solar tarda unos ocho minutos en recorrer la distancia que media entre el Sol y la Tierra.

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  3. MENSAJE PARA MANUEL: Nos apena que dejes de comentar en nuestro blog. Esperamos que al menos sigas -sigas siguiendo- zUmO dE pOeSíA como lector, y que participes de nuevo si cambias de opinión. Desde que habilitamos la moderación de comentarios creemos no haber tolerado ningún insulto; sí, lógicamente, debate y polemizaciones intelectuales. También te agradecemos habernos informado del blogspot "Declives", que no conocíamos. Un abrazo, Manuel.

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  4. Estaría bien que cuando ponéis poemas de Pessoa precisarais de cuál de sus heterónimos es. Saludos.

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  5. Arantxa, seguramente llevas razón. En este caso el heterónimo es Alberto Caeiro. No nos gusta mucho añadir información complementaria a los poemas, pues preferimos que el texto poético fluya por sí mismo, sin aditamentos; limitándonos pues a indicar el nombre del autor. Pero en nuestro pequeño "consejo de dirección" y en relación con los textos de Pessoa, tendremos en cuenta tu sugerencia.

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  6. Por otro lado, el perfil del heterónimo Alberto Caeiro se encuentra en un texto de Pessoa, según el cual

    "De este o de aquel modo,
    conforme venga o no venga,
    pudiendo a veces decir lo que pienso,
    y otras veces diciéndolo mal y entremezclado,
    voy escribiendo mis versos sin querer,
    como si escribir no fuera una cosa hecha de gestos,
    como si escribir fuera una cosa que me ocurriera,
    como si me diera el sol de afuera.
    Busco decir lo que siento
    sin pensar en que lo siento.
    Busco arrimar las palabras a la idea
    sin necesitar de un corredor
    del pensamiento a las palabras.
    No siempre consigo sentir lo que sé que debo sentir.
    Mi pensamiento sólo muy despacio atraviesa el río a nado
    porque le pesa la ropa que los hombres le hicieron usar.
    Busco desnudarme de lo que aprendí,
    busco olvidarme del modo de recordar que me enseñaron,
    y raspar la pintura con la que me pintaron los sentidos,
    desencajonar mis emociones verdaderas,
    desempacarme y ser yo, no Alberto Caeiro,
    sino un animal humano que la naturaleza produjo.
    y así escribo, queriendo sentir la naturaleza ni siquiera
    como un hombre,
    sino como quien siente la naturaleza y nada más.
    Y así escribo, ora bien, ora mal,
    ora acertando con lo que quiero decir, ora errando,
    cayendo aquí, levantándome allá,
    mas yendo siempre por mi camino como un ciego obstinado.
    Sin embargo, soy alguien.
    Soy el descubridor de la naturaleza.
    Soy el argonauta de las sensaciones verdaderas.
    Traigo al universo un nuevo universo
    porque traigo al universo mismo.
    Esto siento y esto escribo
    perfectamente sabedor y sin que no vea
    que son las cinco de la mañana
    y que al sol, que aún no muestra la cabeza
    por encima del muro del horizonte,
    le vemos aun así la punta de los dedos
    asiendo el borde del muro
    del horizonte lleno de montes bajos.

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  7. Hay otro texto de Pessoa sobre el nacimiento de este heterónimo:

    “Cierto día se me ocurrió gastarle una broma a Sà-Carneiro: inventar un poeta bucólico de especie complicada y presentárselo, no recuerdo ya cómo, dentro de alguna especie de realidad. Pasé unos días elaborando un poeta, mas no lo
    conseguí. Ya había desistido cuando un día, por fin -era el 8 de marzo de 1914-, me acerqué a una cómoda alta, cogí papel y empecé a escribir de pie, que es como escribo siempre que puedo. Y escribí treinta y tantos poemas uno tras otro, en una especie de éxtasis que no podría definir. Fue el día triunfal de mi vida, y nunca volveré a tener otro igual. Empecé con un título: El guardador de rebaños. Y lo que vino después fue la aparición de alguien a quien di en seguida el nombre de Alberto Caeiro. Pido perdón por lo absurdo de la frase: de mí había surgido mi maestro. Fue ésta la sensación inmediata que tuve. Tanto es así que, escritos los treinta y tantos poemas, cogí en seguida más papel y escribí, también uno tras
    otro, los seis poemas de Lluvia oblicua, de Fernando Pessoa. Inmediata y toralmente… Era el regreso de Fernando Pessoa
    -Alberto Caeiro a Fernando Pessoa-, solo él. O mejor: era la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia en tanto que Alberto Caeiro”

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  8. Se cumplió la Ley Gresham: agur, mis cuates.

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  9. Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va,
    y va dejando una huella que no se puede borrar.

    Un pañuelo de silencio a la hora de partir,
    porque hay palabras que hieren y no se deben decir.

    El barco se hace pequeño cuando se aleja en el mar,
    y cuando se va perdiendo qué grande es la soledad.

    Ese vacío que deja el amigo que se va
    es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar.

    No te vayas todavía, no te vayas por favor
    que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós.

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  10. Toda la obra de Pessoa está disponible en pessoasdepessoa.blogspot.com

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  11. Más vale un carajo a tiempo que un padrenuestro a deshora.

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  12. Bebo para hacer más interesantes a los demás.

    (GROUCHO)

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  13. Rufianes que pelean, sus maldades airean.

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  14. Las consecuencias de la ira siempre son más graves que su causa.

    (MARCO AURELIO)

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  15. Pasan de patrias,
    aduanas y fronteras
    las golondrinas.

    (CUQUI COVALEDA)

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  16. Todos estamos hechos del mismo barro, pero no con el mismo molde.

    (proverbio mexicano)

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  17. El dueño de la casa es el criado del huésped.

    (proverbio sajón)

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  18. A quien malgasta el tiempo, el tiempo le malgasta a él.

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  19. Nuestra literatura, tomada en conjunto, es sencillamente insoportable. Nuestros clásicos son unos charlatanes que diluyen en un tonel de agua insípida una píldora de filosofía casera que sabe a garbanzo revenido. Fuimos siempre, y no sé por cuánto tiempo más lo seguiremos siendo, un pueblo de inteligencia -por esencia, presencia y potencia- ramplona.

    (UNAMUNO)

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