viernes, 9 de marzo de 2012

Para los finales (por Roberto Juárroz)

No tenemos un lenguaje para los finales,
para la caída del amor,
para los concentrados laberintos de la agonía,
para el amordazado escándalo
de los hundimientos irrevocables.
¿Cómo decirle a quien nos abandona
o a quien abandonamos
que agregar otra ausencia a la ausencia
es ahogar todos los nombres
y levantar un muro
alrededor de cada imagen?
¿Cómo hacer señas a quien muere,
cuando todos los gestos se han secado,
las distancias se confunden en un caos imprevisto,
las proximidades se derrumban como pájaros enfermos
y el tallo del dolor
se quiebra como lanzadera
de un telar descompuesto?
¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
cuando nada, cuando nadie ya habla,
cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
de un mundo que ha perdido
su memoria de un mundo?
Quizá un lenguaje para los finales
exija la total abolición de los otros lenguajes,
la imperturbable síntesis
de las tierras arrasadas.
O tal vez crear un habla de intersticios,
que reúna los mínimos espacios
entreverados entre el silencio y la palabra
y las ignotas partículas sin codicia.

6 comentarios:

  1. Hay un libro que se titula "El ruido de las cosas al caer". Me recuerda este poema. Si el título fuera un verso, podría concursar en la entrada de Ángel González.

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  2. La novela "El ruido de las cosas al caer" surgió de una poderosa imagen que Juan Gabriel Vásquez guarda en su retina desde sus años de estudiante de Derecho en Bogotá: la de un hombre de unos 50 años al que el escritor vio llorar, como él "nunca" había visto "llorar a una adulto", en la casa de poesía Silva. "Aquello me impresionó y hace unos tres años volví a pensar en eso y empecé a tratar de averiguar quién era ese hombre, qué estaba escuchando y por qué lloraba", añade el novelista.

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  3. Cide Hamete Benengelí21 de mayo de 2012, 8:22

    Dicen que la pena mata
    y yo te digo que no,
    que si la pena matara
    ya me habría muerto yo.

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  4. Ni un beso puede
    hacer que ardan de nuevo
    esas cenizas.

    (CUQUI COVALEDA)

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  5. El bellaco piensa que nada puede hacerse sin bellaquería.

    (proverbio irlandés)

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  6. Si envejece, no es poesía.

    (RIVERO TARAVILLO)

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