Hay días malos en la vida.
Son verdaderamente malos, efectivamente.
¿Y qué pasa entonces?
Pues pasa que me meto debajo de la cama.
Eso pasa, efectivamente.
Son verdaderamente malos, efectivamente.
¿Y qué pasa entonces?
Pues pasa que me meto debajo de la cama.
Eso pasa, efectivamente.
Va Grogó y me dice: ¿Salimos de paseo?
Yo le digo: ¡No! ¡Déjame en paz!
¿No ves que es un día malo, efectivamente?
Yo le digo: ¡No! ¡Déjame en paz!
¿No ves que es un día malo, efectivamente?
Luego viene Mary Brau Brau
y me invita a jugar a los ratones.
Yo le digo: ¡No! ¡Déjame en paz!
¿No ves que es un día malo, efectivamente?
y me invita a jugar a los ratones.
Yo le digo: ¡No! ¡Déjame en paz!
¿No ves que es un día malo, efectivamente?
Más tarde vienen los dos juntos,
me ruegan, me imploran, me lloran etcétera.
¿No quieres leer un cuento muy divertido?, dicen.
Yo no digo nada, guardo silencio, efectivamente,
porque yo soy así, tengo mucha personalidad.
me ruegan, me imploran, me lloran etcétera.
¿No quieres leer un cuento muy divertido?, dicen.
Yo no digo nada, guardo silencio, efectivamente,
porque yo soy así, tengo mucha personalidad.
Viene por fin una señora, y me razona así:
¿No quieres salir de debajo de la cama?
Ya sé que es un día malo efectivamente,
pero es que pasa una cosa…
¿Qué cosa?, pregunto yo toda intrigada.
Ella responde: Pues pasa que te he preparado
un plato de carne con arroz. ¿Qué hago? ¿Lo tiro?
¿Tirar?, grito yo, ¿Estás loca o qué?
Salgo de mi escondite
y voy a la cocina disparada;
toda regla tiene sus escorpiones.
¿No quieres salir de debajo de la cama?
Ya sé que es un día malo efectivamente,
pero es que pasa una cosa…
¿Qué cosa?, pregunto yo toda intrigada.
Ella responde: Pues pasa que te he preparado
un plato de carne con arroz. ¿Qué hago? ¿Lo tiro?
¿Tirar?, grito yo, ¿Estás loca o qué?
Salgo de mi escondite
y voy a la cocina disparada;
toda regla tiene sus escorpiones.
La lluvia dejó aislados, en medio de un montículo, a la rana y al escorpión. Y como el escorpión no sabía nadar, pidió a la rana que le permitiera subirse en ella para, de esa forma, cruzar las aguas. Cuando ambos estaban cruzando así, el escorpión alzó su cola e hincó el aguijón en la rana.
ResponderEliminar-¿Por qué has hecho eso? ¿No te das cuenta de que, picándome, no sólo me has matado a mí, sino que, al morir yo, también tú ahora vas a morir, ahogado? (dijo la rana).
-Ya lo sé (contestó el escorpión), pero... ES MI CARÁCTER.
ResponderEliminarDe mal maestro, alumno siniestro.
ResponderEliminarVemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros.
(KANT)
Ser fuerte exige un momento. Ser firme exige una vida.
ResponderEliminar
ResponderEliminarZanjas abiertas.
Asoman las raíces
de los arbustos.
(SUSANA BENET)