Levántate (por Luis Alberto de Cuenca)
Álzate, corazón, consumido de penas,
levántate, que sopla un viento de esperanza
por el mundo, llevándose con él tus inquietudes
y la costra de angustia que apaga tus latidos.
Álzate, viejo amigo, que el dios de los humildes
ha vuelto de su viaje al país de las sombras
y alumbra con su ojo la prisión en que yaces,
limando los barrotes de tu melancolía.
Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a otros sin su consentimiento.
ResponderEliminar(LINCOLN)
ResponderEliminarCaldo de gallina, hasta a los muertos reanima.
ResponderEliminarLa rana esconde un príncipe encantado,
tu boca un agridulce de membrillo.
¡Qué ganas de un cursillo acelerado
de besos de tornillo!