domingo, 9 de diciembre de 2012

Por él avanzo (por Tomás Segovia)



De tan poco que pesas mi suelo se construye
Aun estando tú lejos el amor me rodea
Aunque duerma sin ti duermo en tu lecho
No tengo yo tu amor por él avanzo
En él se pone triste esta tristeza
De tan poco que pesas es tuyo todo el suelo
Tu amor tan fácil de llevar me empuja
Tus delicados labios gobiernan hondas zonas
De quién somos si tú te llamas mía
Fue hecho para ti este ser que tus manos
tan seguras de qué tocaban han tocado

7 comentarios:

  1. Manos que trabajan no son manos, sino alhajas.

    ResponderEliminar
  2. Donde se pierde el interés, también se pierde la memoria.

    (GOETHE)

    ResponderEliminar
  3. Círculo Cultural FARONI26 de septiembre de 2013, 13:19

    Tengo días grises y momentos negros. No soy feliz.
    A pesar de todo, no conozco a nadie con quien quisiera cambiarme;
    el corazón se me encoge al imaginar que yo pudiera ser tal o tal otro de mis conocidos.
    No, no quisiera ser ninguna otra persona.

    (HJALMAR SÖDERBERG)

    ResponderEliminar

  4. Una cosa no es su no-contrario. Alto no es no-bajo. Generosidad no es no-avaricia. Nada debe definirse negando otra cosa.

    ResponderEliminar

  5. A tu madre en el moño

    échale arena,

    pa que yo pueda hablarte

    mientras se peina.

    ResponderEliminar

  6. A la mujer y al aguardiente, hay que entrarles de repente.

    ResponderEliminar
  7. Llamo y oigo tu voz
    en el contestador
    semanas después de tu muerte,
    un pichón de fantasma que todavía extraña
    los mensajes humanos.

    ¿Te dejo uno, contándote
    que la trama de nuestra vida
    se había rasgado antes
    pero que esta rotura repentina no
    va a ser fácil ni rápida de arreglar?

    En tu casa, que se vacía, los demás
    enrollan alfombras, empaquetan libros,
    toman café en tu mesa antigua,
    y escuchan los mensajes que dejaste
    en una máquina embrujada

    por el timbre de tu voz,
    más palpable que las fotos
    o las huellas digitales. Este primer día
    de este primer otoño sin ti,
    avergonzada y resistiéndome

    pero incapaz de contenerme, vuelvo a marcar
    el número que conozco de corazón,
    en un mundo menguado agradecida
    por la piedad accidental de las máquinas,
    escucho y cuelgo.

    (Linda Pastan)


    ResponderEliminar

¿Te gustó el poema seleccionado? ¿Crees que merece estar en zUmO dE pOeSíA?

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.