domingo, 15 de diciembre de 2013

En paz (por Vicente Gallego)


Esta tarde soy rico porque tengo

todo un cielo de plata para mí,

soy el dueño también de esta emoción

que es nostalgia a la vez de los días pasados

y una dulce alegría por haberlos vivido.

Cuanto ya me dejó me pertenece

transformado en tristeza, y lo que al fin intuyo

que no habré de alcanzar se ha convertido

en un grato caudal de conformismo.

Mi patrimonio aumenta a cada instante

con lo que voy perdiendo, porque el que vive pierde,

y perder significa haber tenido.

Ya no tengo ambiciones, pero tengo

un proyecto ambicioso como nunca lo tuve:

aprender a vivir sin ambición,

en paz al fin conmigo y con el mundo.

7 comentarios:

  1. —¿Qué tiene el niño, Malena?
    Anda como trastornao,
    tié la carilla de pena
    y el colorcillo quebrao.

    Y ya no juega a la tropa,
    ni tira piedras al río,
    ni se destroza la ropa
    subiéndose a coger nidos.

    ¿No te parece a ti extraño,
    no ves una cosa rara
    que un chaval de doce años
    lleve tan triste la cara?

    Mira que soy perro viejo
    y estás demasiao tranquila.
    ¿Quieres que te dé un consejo?
    Vigilia, mujer, ¡vigila!

    Y fueron dos centinelas
    los ojitos de mi madre.
    —Cuando sale de la escuela
    se va pa los olivares.

    —Y ¿qué busca allí? —Una niña,
    tendrá el mismo tiempo que él
    José Migué, no le riñas,
    que está empezando a querer.

    Mi padre encendió un pitillo,
    se enteró bien de tu nombre,
    te regaló unos sarsillos
    y a mí un pantalón de hombre.

    Yo no te dije «te adoro»
    pero amarré en tu balcón
    mi lazo de seda y oro
    de primera comunión.

    Y tú, fina y orgullosa,
    me ofreciste en recompensa
    dos cintas color de rosa
    que engalanaban tus trenzas.

    —Voy a misa con mis primos.
    —Bueno, te veré en la ermita.
    Y qué serios nos pusimos
    al darte el agua bendita.

    Mas luego en el campanario,
    cuando rompimos a hablar:
    —Dice mi tita Rosario
    que la cigüeña es sagrá,

    y el colorín, y la fuente,
    y las flores, y el rocío,
    y aquel torito valiente
    que está bebiendo en el río;

    y el bronce de esta campana,
    y el romero de los montes,
    y aquella línea lejana
    que la llaman... ¡horizonte!

    ¡Todo es sagrao: tierra y cielo
    porque así lo quiso Dios!
    ¿Qué te gusta más? —Tu pelo.
    ¡Qué bonito me salió!

    —Pues, ¿y tu boca, y tus brazos,
    y tus manos redonditas,
    y tus pies fingiendo el paso
    de las palomas zuritas?

    Con la pureza de un copo
    de nieve te comparé;
    te revestí de piropos
    de la cabeza a los pies.

    A la vuelta te hice un ramo
    de pitiminí, precioso,
    y luego nos retratamos
    en las agüitas de un pozo

    Y hablando de estas pamplinas
    que se inventan las criaturas,
    llegamos hasta tu esquina
    cogíos por la cintura.

    Yo te pregunté: —¿En qué piensas?
    Tú dijiste: —En darte un beso.
    Y yo sentí una vergüenza
    que me caló hasta los huesos.

    De noche, muertos de luna,
    nos vimos por la ventana.
    —¡Chssss! Mi hermaniyo está en la cuna,
    le estoy cantando la nana.

    «Quítate de la esquina,
    chiquillo loco,
    que mi madre no quiere
    ni yo tampoco».

    Y mientras que tú cantabas
    yo, inocente me pensé
    que nos casaba la luna
    como a marido y mujer.

    ¡Pamplinas! ¡Figuraciones
    que se inventan los chavales!
    Después la vida se impone:
    tanto tienes, tanto vales;

    por eso, yo al enterarme
    que llevas un mes casá,
    no dije que iba a matarme,
    sino que me daba igual.

    Mas como es rico tu dueño,
    te vendo esta profecía:
    tú, por la noche, entre sueños
    soñarás que me querías,

    y recordarás la tarde
    que mi boca te besó
    y te llamarás «¡cobarde!»
    como te lo llamo yo.

    Y verás, sueña que sueña,
    que me morí siendo chico
    y se llevó la cigüeña
    mi corazón en su pico.

    Pensarás: «no es cierto ná,
    yo sé que lo estoy soñando»;
    pero allá en la madrugá
    te despertarás llorando,

    por el que no es tu marío,
    ni tu novio, ni tu amante,
    sino el que más te ha querío.
    Con eso tengo bastante.

    Por lo demás, tó se olvida.
    Verás cómo Dios te manda
    un hijo como una estrella;
    avísame de seguía,
    me servirá de alegría
    cantarle la nana aquella:

    «Quítate de la esquina,
    chiquillo loco,
    que mi madre no quiere
    ni yo tampoco».

    Pensarás: «no es cierto ná,
    yo sé que lo estoy soñando».
    Pero allá en la madrugá
    te despertarás llorando.
    Porque sin sé tu marido,
    ni tu novio, ni tu amante,
    yo soy... quien más te ha querído...
    ¡Con eso tengo bastante!

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  2. El que pronto se enfurece, si no es loco lo parece.

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  3. Toda mujer desnuda está vestida de mujer.

    (DE ORY)

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  4. Desde el avión
    el paisaje de pronto
    se vuelve mapa.

    (CUQUI COVALEDA)

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  5. El desafío mayor que tiene la cultura de la libertad, de la democracia en nuestro tiempo, viene de los nacionalismos.

    (VARGAS LLOSA)

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  6. Quien tiene salud, no tiene edad.

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  7. para escribir algo que no sea
    "Luisa detuvo el coche en el semáforo",
    "John se rascó la oreja izquierda",
    "El abrigo de Antoine era de color beis"
    o "En la cena tomó puré de puerros"...

    para no escribir frases como esas,
    para intentar escribir con otro enfoque
    (puede que ilusamente) del mundo y su expresión,
    desde otra esquina
    no mejor ni peor pero distinta,
    fue para lo que algunos quisimos ser poetas

    (RAFAEL BALDAYA)

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