De puntillas (por Begoña Abad)
No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta
donde poder querernos.
claro, pero nunca habrá una razón mejor para estirarse y para agacharse.
ResponderEliminarA mí me pasaba eso mismo con una novia bajita que tenía... Pero era en el coche en donde los acoples eran menos problemáticos: una amante de bolsillo (de caderas anchas y muslos satinados que se me escapaban como peces sorprendidos) era muy manejable en aquel cuchitril con aroma a gasolina.... En aquel trance estorbarían unas piernas demasiado largas, porque las fuentes inagotables del placer manan de los torsos gloriosos de atributos acogedores -cuando no prensiles- y una mujer pequeña puede ser una deliciosa ánfora de la cual extraer la ambrosía nuestra de cada día.
ResponderEliminarBien es verdad que unos muslos bellos apasionan al menos fogoso... Y una boca carnosa..., y un pelo sedoso...
Pues va a ser que me quedo con el lote entero; empieza uno a escribir con una idea y al final resulta que muta un tanto.
Un colega mío -asturiano como yo-, a quien le privan las chaparritas, me suele decir: "La mujer, cuanto más bajina mejor".
ResponderEliminarDichosos diminutivos astures...
A los altos les van las bajitas y viceversa. Ley de la compensación. Luego en horizontal es más fácil encajar el puzle . Ya sabéis por donde voy.
ResponderEliminarComo la autora del poema lea estos comentarios, no sé que pensará. Esperemos comprenda que su (buen) poema también puede permitirnos alguna risotada... Que la sonrisa no nos deje, ni siquiera en Cuaresma.
ResponderEliminarEn Viernes de Dolores
EliminarAunque sé que aquí no mola la poesía rimada, he leído este soneto de José Ángel Buesa y lo copiopego pues creo que vale la pena:
ResponderEliminarTu indiferencia aumenta mi deseo
como aumenta la sed junto a una fuente,
y si cierro los ojos ciegamente
con los ojos cerrados aún te veo.
No importa que mi inútil galanteo
siga implorando amor inútilmente,
pues me resigno a tu desdén creciente,
que es lo único tuyo que poseo.
Pero, aunque sé que nunca serás mía,
y que otro amante más feliz, un día
estrechará tu cuerpo en primavera,
aún te sigue este amor que no te alcanza,
pues, si es amor amar con esperanza,
sólo es grande el amor que nada espera.
Nuestros disparates dicen más de nosotros que nuestra sabiduría.
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ResponderEliminarSi en toda vida
hay dentro una mentira,
¿cuál es la tuya?
(CUQUI COVALEDA)
Sra. Covaleda, ¿una sola?
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ResponderEliminarPor bueno que sea un caballo, necesita espuelas.
(proverbio irlandés)
ResponderEliminarTráquea, uretra,
esófago, intestinos...
Tubos y tubos.
(CUQUI COVALEDA)