martes, 20 de mayo de 2014

Después, que vengan a nacer conmigo (por Ángela Figueroa)


Prepárame una cuna de madera inocente
y pon bandera blanca sobre su cabecera.
Yo voy a nacer y desde ti, mi madre,
pido la paz y pido la palabra.


Pido una tierra sin metralla, enjuta de llanto y de sangre,
limpia de cenizas, libre de escombros,
saneada tierra para sembrar a pulso 
la simiente que tengo entre los dedos apretada.

Pido la paz y pido la palabra.
Pido un aire sosegado, un cielo dulce, 
un mar alegre, un mapa sin fronteras;
una argamasa de sudor caliente sobre las cicatrices y fisuras.
Pido la paz y pido a mis hermanos.

Los hijos de mujeres por todo el mundo,
que escuchen esta voz y se apresuren.
Que se levanten al rayar el día y vayan al más próximo arroyuelo,
laven allí sus manos y su boca,
se quiten los gusanos de las uñas,
saquen su corazón que le dé el aire,
expurguen sus cabellos de serpientes 

y apaguen la codicia de sus ojos.
Después...

Después, que vengan a nacer conmigo,
haremos entre todos cuenta nueva.

Quiero vivir.
Lo exijo por derecho.
Pido la paz y entrego la esperanza.

4 comentarios:

  1. Deberíamos nacer todos en un mundo limpio, y no en este mundo sórdido e impuro. Seguimos trayendo hijos al planeta Tierra (tampoco tenemos otro) sin reparar en que está hecho unos zorros, y quizá somos bastante irresponsables por actuar así. Gran poema, en fin, que además resucita el famoso verso "pido la paz y la palabra" de Blas de Otero:

    Escribo
    en defensa del reino
    del hombre y su justicia. Pido
    la paz
    y la palabra. He dicho
    «silencio»,
    «sombra»,
    «vacío»
    etcétera.
    Digo
    «del hombre y su justicia»,
    «océano pacífico»,
    lo que me dejan.
    Pido
    la paz y la palabra.


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  2. En toda ruptura siempre hay tres versiones: la de ella, la de él y la verdad.

    (JACKSON)

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  3. El concepto de texto definitivo pertenece únicamente a la religión o al cansancio.

    (BORGES)


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  4. Los verdaderos solitarios no están, esquivos, en

    las salas oscuras de los cines

    ni en el rincón del último bar.

    Los verdaderos solitarios gritan a todo pulmón,

    bailan sin rubor,

    se dejan entrevistar, hacen públicos sus amores

    recitan sus desdichas.


    Son

    de la soledad, su escándalo.



    (LEONARDO PADRÓN)

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