lunes, 1 de septiembre de 2014

Aquella vez que vino tu recuerdo (por Evaristo Carriego).



La mesa estaba alegre como nunca.

Bebíamos el té: mamá reía

recordando, entre otros,

no sé qué antiguo chisme de familia;

una de nuestras primas comentaba

-recordando con gracia los modales

de un testigo irritado- el incidente

que presenció en la calle;

los niños se empeñaban, chacoteando,

en continuar el juego interrumpido,

y los demás hablábamos de todas

las cosas de que se habla con cariño.


Estábamos así, contentos, cuando

alguno te nombró, y el doloroso

silencio que de pronto ahogó las risas,

con pesadez de plomo,

persistió largo rato. Lo recuerdo

como si fuera ahora: nos quedamos

mudos, fríos. Pasaban los minutos,

pasaban y seguíamos callados.


Nadie decía nada, pero todos

pensábamos lo mismo. Como siempre

que la conmueve una emoción penosa,

mamá disimulaba ingenuamente

queriendo aparecer tranquila. ¡Pobre!



¡Bien que la conocemos!... Las muchachas

fingían ocuparse del vestido

que una de ellas llevaba:

los niños, asombrados de un silencio

tan extraño, salían de la pieza.

Y los demás seguíamos callados

sin mirarnos siquiera.

4 comentarios:

  1. Zumeros, hoy habéis puesto dos poemas, y los dos igual de buenos. ¿Es para compensar la rentrée de septiembre? En cualquier caso Merci beaucoup.

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  2. Luna que en los mares brillas,
    en los mares más oscuros,
    Luna, ¿no estás ya cansada
    de girar al viejo mundo?

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  3. El Lazarillo
    de Tormes nunca llama
    a Telepizza.

    (CUQUI COVALEDA)

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  4. Grave y extendido error es el empeño de continuar en una senda errónea sin otra razón que haberle entregado biografía.

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