sábado, 25 de julio de 2015

Como el fresno (por Patricio Emilio Torne)


Así como así,

lo que era transparencia

en la reverberación de la tarde

se oscurece.

El contorno de las cosas

y su etimología

se trastocan: la lisura es aspereza

y los frutos se descomponen sin madurar.

Entre el viento que no cesa

y la rama que ya no puede,

algo está por colapsar en el paisaje de la calle.

Tras el aire ceniciento,

al alcance de una pedrada,

el cartel del supermercado anuncia ofertas

como si fuera un bálsamo ante los ojos.

La vida se ha vuelto eso,

una suma de ínfimas posibilidades

con nombres de productos

que quieren satisfacerte.

Sabemos bien que las ofertas

no dan sombras, pero en ellas,

comprando las que se puedan, está

la posibilidad de ensombrecernos.

El cuerpo todo en su sensibilidad

presiente el filo

que habrá de vencer al árbol.

El fresno, a lo largo de su existencia,

hace lo imposible por resistir

las embestidas del viento,

la mala poda,

la intolerancia del hombre

y el desprecio natural

por todo aquello que no entra

en el decálogo mezquino de los intereses,

Siempre ha sabido

que su sombra vale menos

que el kilo de papas, así las cosas

horadando su simiente.

El corazón resiste todo engaño

del que es objeto hasta donde puede.

Agosto quiere dar el golpe final

y nada hay que pueda hacerse,

salvo no sucumbir ante la impotencia,

y como el fresno,

reverdecer en primavera,

saber que habremos de volvernos oro

cuando llegue el otoño, sin que ello

garantice que pasemos el invierno.

9 comentarios:

  1. Un barco está seguro en el puerto, pero un barco no es para eso.

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  2. Pensamientos retorcidos, casi siempre confundidos.

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  3. Nadie plante su viña
    junto a un camino
    porque todo el que pasa
    corta un racimo.
    Y de ese modo
    se la van vendimiando
    sin saber cómo.

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  4. No deberíamos nunca hacer daño voluntariamente, pues ya es mucho el daño que hacemos sin darnos cuenta.

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  5. Se posa el sol
    en la taza de té.
    Bebo la luz.

    (SUSANA BENET)

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  6. El amor es un sacramento que debería recibirse de rodillas y con estas palabras "Domine, non sum dignus" en los labios y en el corazón.

    (OSCAR WILDE)

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  7. En realidad ningún yo, ni siquiera el más ingenuo, es una unidad, sino un mundo altamente multiforme, un pequeño cielo de estrellas, un caos de formas, de gradaciones y de estados, de herencias y de posibilidades. Que cada uno individualmente se afane por tomar a este caos por una unidad y hable de su yo como si fuera un fenómeno simple, sólidamente conformado y delimitado claramente: esta ilusión natural a todo hombre (aun al más elevado) parece ser una necesidad, una exigencia de la vida, lo mismo que el repirar o el comer.

    (HESSE)

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  8. ¡Qué antiguas eran ya las armas, qué viejos eran ya los hombres, qué de­crépito el mundo, qué anciana la palabra, ya en tu guerra, oh rey Agamenón!

    (FERLOSIO)

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