No cuentes ovejas bajando la colina
ni las grietas del techo:
cuenta a los que amaste,
a los antiguos inquilinos
de los sueños que te mantenían despierta,
a los que una vez fueron tu mundo,
a los que te acunaban en sus brazos,
a los que te amaron...
Caerás, entonces, dormida al amanecer... Llorando.
Algunos apetecen lo que otros aborrecen.
ResponderEliminarPor no arreglar la gotera, se perdió la casa entera.
ResponderEliminarYa me faltó la calor
ResponderEliminarde mi padre y de mi madre.
Si no tuviera la tuya,
calor no tendría de nadie.