jueves, 12 de octubre de 2017

Él, siempre él


zUmO dE pOeSía, en su rechazo al nacionalismo como mal fundamental de la especie humana, reproduce (traducido) el editorial publicado recientemente por el semanario "Charlie Hebdo":


El referéndum organizado en Cataluña para su independencia hace temblar a Europa. Si todas las regiones europeas que tengan una lengua, una historia, una cultura originales empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se va a fragmentar como el casquete polar bajo los efectos del calentamiento climático.

Puesto que hay unas doscientas lenguas en Europa, ¿por qué no crear doscientos nuevos países? ¿Y por qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como quesos y vinos hay en el continente?

La independencia, sí, pero ¿respecto a qué? Es legítima la independencia cuando uno quiere liberarse de la tiranía o la opresión. ¿De qué destino trágico quieren liberarse hoy los catalanes? En 1977, poco después de morir Franco -éste había prohibido el uso del catalán después de su victoria en 1939-, la Generalitat de Cataluña fue restablecida, y luego la región se dotaba de un parlamento y de un gobierno regionales.

Pero hoy, cuando Franco ya no está, hay que buscarse otro tirano al que poder derribar. Será el Estado español y, por supuesto, la peor dictadura jamás conocida en el mundo: la Unión Europea con sede en Bruselas.

Detrás de esa palabra esplendorosa, independencia, se ocultan preocupaciones a veces menos nobles. Como pasa con la Liga Norte en Italia, siempre la reclaman las regiones más ricas. Cataluña quiere la independencia porque ya no quiere soltar dinero a las otras regiones españolas menos ricas que ella.

Es como si oyéramos de nuevo la voz de la innoble Margaret Thatcher: “I want my money back”. La lengua, la cultura, las tradiciones están muy bien para las postales, pero la pasta está mucho mejor. Las regiones pobres de Europa pocas veces bajan a la calle para obtener su independencia.

Más allá de estas consideraciones mercantiles, es curioso oír algunas voces de la izquierda reclamar la independencia de una región como Cataluña en nombre de una identidad cultural, que, por cierto, nadie cuestiona.

Y además, ¿por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes debería ser tomada en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos? ¿Por qué las palabras “identidad” o “cultura” suenan bien cuando las pronuncia la izquierda, pero se convierten en infames cuando es la derecha y la extrema derecha las que las pronuncian?

La independencia de Cataluña no tiene por objeto liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni permitir a la economía ser próspera, puesto que ya lo es, y mucho menos obtener el derecho a hablar una lengua autorizada desde hace tiempo. La obsesión identitaria que se expande por Europa como la podredumbre de una fruta afecta a la extrema derecha pero también a la izquierda. El nacionalismo de derechas y el de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo.

Cuando Cataluña haya roto las cadenas que la atan a la monarquía española y al Santo Imperio Europeo, ¿qué ocurrirá? Al son de los tambores y de los pífanos, los gallardos independentistas desfilarán por las calles de Barcelona como si fueran la Columna Durruti, las jovencitas lanzarán pétalos de rosa a los militantes que habrá desafiado con arrojo al Estado policial español, corales infantiles con niños de pelito rizado cantarán a la libertad recobrada y al euro derrotado, las abuelas desdentadas tejerán banderas con los colores de la nueva República, y los bisabuelos desempolvarán la boina que llevaban en el frente en el 36.

Será muy bello, emotivo, magnífico. Y luego, al final de la tarde, todo el mundo volverá a su casa para plantarse delante de la tele y ver el concurso de turno o el partido del Barça en cuartos de final de la Copa. Cataluña bien se lo merece.



5 comentarios:

  1. Viva Cartagena independiente! ( de Murcia)

    ResponderEliminar
  2. Es la bandera
    el más odioso trapo
    que se ha inventado.

    ResponderEliminar
  3. República Independiente de Mi Casa: ¡Viva Ikea!

    ResponderEliminar
  4. España camisa blanca de mi esperanza

    reseca historia que nos abraza

    con acercarse solo a mirarla,

    paloma buscando cielos más estrellados

    donde entendernos sin destrozarnos

    donde sentarnos y conversar.



    España camisa blanca de mi esperanza

    la negra pena nos atenaza

    la pena deja plomo en las alas

    quisiera poner el hombro y pongo palabras

    que casi siempre acaban en nada

    cuando se enfrentan al ancho mar.



    España camisa blanca de mi esperanza

    a veces madre y siempre madrastra

    navaja, barro, clavel, espada;

    la muerte siempre presente nos acompaña

    en nuestras cosas más cotidianas

    y al fin nos hace a todos igual.



    España camisa blanca de mi esperanza

    de fuera o dentro, dulce o amarga

    de olor a incienso de cal y caña

    ¿quién puso el desasosiego en nuestras entrañas

    nos hizo libres pero sin alas

    nos dejó el hambre y se llevó el pan?



    España camisa blanca de mi esperanza

    aquí me tienes, nadie me manda

    quererte tanto me cuesta nada

    Nos haces siempre a tu imagen y semejanza

    lo bueno y malo que hay en tu estampa

    de peregrina a ningún lugar.



    (BLAS DE OTERO)

    ResponderEliminar
  5. El nacionalismo, la afición por un equipo de fútbol y la religión tienen algo en común (aparte de su naturaleza emocional): que a quien profesa alguna de estas pasiones generalmente le fue inculcada desde su primera infancia.


    (Bernard Henri-Lévy)

    ResponderEliminar

¿Te gustó el poema seleccionado? ¿Crees que merece estar en zUmO dE pOeSíA?

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.