sábado, 28 de octubre de 2017

Insomnio (por Dana Gioia)



Ahora escucha lo que la casa tiene que decir.

Tuberías que crujen, el agua que corre en la oscuridad,

las hipotecadas paredes que se desplazan incómodas,

y voces que se amontonan en un interminable zumbido

de pequeñas quejas, como los sonidos de una familia

que año tras año has aprendido a ignorar.


Pero ahora debes escuchar las cosas que posees,

todo aquello por lo que has trabajado en estos años,

el murmullo de la propiedad, de objetos en mal estado,

las partes flojas a punto de quedar desechas,

y retorciéndote entre las sábanas recuerda todas

las caras que no pudiste llegar a amar.


Cuántas voces se te han escapado hasta ahora,

la caldera que humea, el piso de madera bajo tus pies,

las constantes acusaciones del reloj

que cuenta los minutos que a nadie importarán.

La terrible lucidez que este momento trae consigo,

el entendimiento inútil, la oscuridad intacta.



5 comentarios:

  1. Vendé los ojos de los árboles



    con un pañuelo verde



    y dije: búsquenme.





    Y los árboles me hallaron en seguida



    con una carcajada de hojarasca.





    Vendé los ojos de los pájaros



    con pañuelo de nubes



    y dije: búsquenme.





    Y me hallaron los pájaros



    con un trino.





    Vendé los ojos de la tristeza



    con una sonrisa,



    y me halló la tristeza al día siguiente



    en un amor.





    Vendé los ojos del sol



    con mis noches



    y dije búsquenme.



    Allí estás, dijo el sol,



    detrás de ese tiempo,



    no te ocultes más.





    No te ocultes más



    me dijeron todas las cosas



    y todos los sentimientos



    a los que intenté vendar los ojos.



    (MARIN SORESCU)

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  2. Aunque tenga cuatro patas, también tropieza el caballo.

    (proverbio esloveno)

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  3. A veces ocurre que, cuando el rosal silvestre florece, la maraña de espinas secas se cubre de milagros rosados. Me ocurrió hasta a mí...



    (EDITH SÖDERGRAN)

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  4. Bendecimos al sol porque nos separa de él la distancia precisa que nos lo hace útil. Unos pocos millones de kilómetros más cerca o más lejos, y nos asaríamos o helaríamos. ¿Y si con la verdad pasara como con el sol?.

    (SÖDERBERG)

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