miércoles, 6 de junio de 2018

Me adoptarán (por Jules Renard)


Los encuentro después de atravesar una llanura caldeada por el sol.

A causa del ruido no habitan a orillas del camino. Viven en los campos sin cultivar, junto a una fuente que sólo conocen los pájaros.

Parecen impenetrables, desde lejos. Apenas me acerco, sus troncos se desenlazan. Me reciben prudentemente. Puedo descansar ahí, refrescarme; pero compruebo que me observan con desconfianza.

Viven en familia, los más viejos en medio, y los pequeños, aquellos cuyas primeras hojas acaban de nacer, un poco diseminados, pero sin apartarse nunca.

Su muerte es prolongada y conservan a sus muertos en pie, hasta que caen hechos polvo.

Se acarician con sus largas ramas, para asegurarse de que todos están allí, como los ciegos. Gesticulan coléricos si el viento empuja para arrancarlos. Pero entre ellos no hay ninguna disputa. Si murmuran, lo hacen de acuerdo.

Los tengo por mi verdadera familia. Pronto olvidaré a la otra.

Me adoptarán poco a poco estos árboles y, para merecerlo, aprendo lo que es necesario saber:

-Ya sé mirar las nubes que pasan.
-Sé quedarme en mi lugar.
-Y casi sé ya callarme.

1 comentario:

  1. Te desnudé entre llantos y temblores

    sobre una cama abierta a lo infinito,

    y si no tuve lástima del grito

    ni de las súplicas o los rubores,



    fui en cambio el alfarero en los albores,

    el fuego y el azar del lento rito,

    sentí nacer bajo la arcilla el mito

    del retorno a la fuente y a las flores.



    En mis brazos tejiste la madeja

    rumorosa del tiempo encadenado,

    su eternidad de fuego recurrente;



    no sé qué viste tú desde tu queja,

    yo vi águilas y musgos, fui ese lado

    del espejo en que canta la serpiente.



    (CORTÁZAR)

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