viernes, 18 de enero de 2019

Dueños de su quietud (por Andrés Trapiello)


Al final de la tarde
las últimas estelas se detienen
en la pared de cal,
accidentes, cenizas.
En los ojos entonces los paisajes
suenan como lacados
y hasta parecen lágrimas,
tan suavemente llegan.

Hablo de mí porque temo a la muerte
desnuda de las cosas
y que la muerte venga a esta azotea
a quedarse en la calma y el silencioso valle.

Como en su vaso el té moruno y verde
o el viejo libro que abierto está a su lado
han conseguido ser dueños de su quietud,
y en su quietud
igualarse a los astros que van en vastas órbitas,

como ese viejo libro y ese vaso de té,
recuerda este lugar y este momento.

Un día llegará en que te preguntes
¿de ti, de mí, qué fue de todo aquello?,
y de los ojos
ya no vendrán palabras.



3 comentarios:

  1. Los vivos somos la nota disonante, la oveja descarriada, del universo.

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  2. Soñando estaba contigo
    y cuando me desperté
    te echaba tanto de menos
    que al sueño quise volver.

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  3. La tecnología nunca elige sus fines.

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