viernes, 22 de marzo de 2019

El azul los adopta (por Vicente Aleixandre)


No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.

Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
en tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?

Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.

¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan, revuelan, mientras ciega tú brillas.

No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.



3 comentarios:

  1. ¿En qué hondonada esconderé mi alma

    para que no vea tu ausencia

    que como un sol terrible, sin ocaso,

    brilla definitiva y despiadada?

    Tu ausencia me rodea

    como la cuerda a la garganta,

    el mar al que se hunde.

    (BORGES)

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  2. En ningún sitio hay más vacuidad, pirueteo verbal y palabrería hueca que en toda crítica o reseña de un libro de poesía.

    (MARIMAR AGUAYO)

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  3. FUNAMBULISTA

    Alineo mis pasos sobre la cuerda,
    hablo para mí:
    tiemblo durante el espacio vacío
    entre el pie izquierdo y el derecho;
    quedan sólo las huellas en el aire,
    sólo el rastro ensangrentado
    de las vocales y otros sonidos
    que no transitan,
    huyen de mi latido lineal,
    se despeñan, pierden el hilo
    sin red que los rescate.
    Sigo el camino
    trazado de la mañana a la noche,
    sembrado con señales luminosas:
    no pises aquí, demórate,
    hunde el pie en la arena que se desmorona,
    salta ágil, avanza, galopa;
    ahora calla, espera.
    Ventisca de palabras turbias en lo alto,
    aves ajenas:
    no me distraigan canoras,
    no me distraigan
    imágenes con sus reflejos,
    imágenes de racimo variopinto,
    no me deslumbren reflectores en lo alto de la carpa,
    palomillas encantadas a su alrededor,
    rostros expectantes y sus rubores:
    que su respiración no tense mi cuerda ni la afloje,
    que cada paso siga el compás idéntico a mi propia voz
    no me enreden, listones multicolor, ramas
    que se cruzan en mi corto vuelo,
    no me hundan, estigias mentales,
    huecos sin remedio:
    cedan el paso a mi caminar suspendido, tarareado en línea recta.

    (Aurelia Cortés)

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