miércoles, 20 de marzo de 2019

El viento llamó con golpecitos (por Emily Dickinson)


El viento llamó con golpecitos,

como un hombre cansado.

Y, como una anfitriona, yo

contesté resuelta "Entra".

Entró entonces en mi habitación.


Un veloz invitado, sin pies,

a quien ofrecer una silla

era tan imposible

como ofrecer un sofá al aire.


No tenía huesos que lo sostuvieran.

Su hablar era como la arremetida

de numerosos colibríes a la vez,

desde un fabuloso arbolillo.

Su apariencia, la de una ola.

Sus dedos, al pasar,

producían una música, como melodías

saliendo trémulas de un cristal.


Hizo la visita, también revoloteando;

dio de nuevo unos golpecitos, apresuradamente;

y yo me quedé sola.


4 comentarios:

  1. Viento aleatorio, cambiante, impredecible... Pero mientras unos se quejan del viento, otros hacen molinos.

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  2. Llévate todo, Viento
    No dejes nada en pie
    Derríbalo a tu paso y arrastra también luego
    las trazas
    los escombros
    las cenizas del polvo
    las ruinas de las ruinas
    Borra las huellas, Viento
    No dejes ningún rastro
    Consuela saber que vendrás a barrer todo
    que acometerás la última
    la suprema limpieza

    (Saiz de Marco)

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  3. Vida al instante.
    Función sin ensayo.
    Cuerpo sin prueba.
    Cabeza sin reflexión.
    Desconozco qué papel hago.
    Sólo sé que es mío y no es intercambiable.
    De qué trata la obra,
    debo adivinarlo sobre el escenario.
    Mal preparada para el honor de la vida,
    soporto a duras penas el ritmo impuesto a la acción.
    Improviso, aunque aborrezco la improvisación.
    Tropiezo a cada paso con el desconocimiento de causa.
    Mi modo de vivir huele a aldea.
    Mis instintos son de aprendiz.
    La vergüenza, al excusarme, me humilla todavía más.
    Siento las circunstancias atenuantes como crueles.
    Palabras y gestos irrevocables,
    estrellas no contadas,
    el carácter como un abrigo abrochado mientras camino,
    he aquí el penoso fruto de este apremio.
    ¡Si al menos antes pudiera ensayar un miércoles,
    o como mínimo un jueves repetir otra vez!
    ¿Acaso está bien? –pregunto
    (con voz ronca,
    pues ni siquiera me han dejado aclararla entre bastidores)-.
    De nada sirve pensar que no es más que un somero examen
    hecho en un sitio provisional. No.
    Estoy entre los decorados y me doy cuenta de qué sólidos son.
    Me sorprende la precisión de todo el atrezzo.
    El equipo giratorio funciona desde hace mucho tiempo.
    Las nebulosas más lejanas ya han sido encendidas.
    Ah, no cabe duda de que esto es el estreno.
    Y lo que haga
    se convertirá para siempre en lo que hice.

    (Wislawa Szymborska)

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