miércoles, 31 de julio de 2019

Tú apareces (por Margaret Atwood)


Porque no tenemos historia
construyo una para ti

usando lo que
tenemos, fragmentos de las vidas
de otras personas, párrafos
que invento, de vez en cuando
un objeto, un reloj, una foto
que reclamas como tuya

(¿Qué pasó en aquel edificio rojo
de ladrillo con la salida
de incendios? ¿De qué río hablas?)

(Dijiste que tomaste
el barco, olvidas demasiadas cosas.)

Te sitúo en las calles, en las ciudades
que nunca he visto, andando
en un cuadro
de pintura realista

que se desintegra y se vuelve gris
cuando lo miro de cerca.

Para qué necesito
explicarte, quizá
este es el lugar adecuado para ti

Las montañas de este
espacio vacío tienen los bordes de estaño
azul, tú apareces sin avisar a medio camino entre
mis ojos y los árboles más cercanos,
tus colores brillantes, tu
perfil aplastado

flotando en el aire, sin más
motivo para aparecer
exactamente aquí, que este cartel de publicidad,
esta autopista o esa nube.



5 comentarios:

  1. lo que parece no estar,

    lo que no he visto nunca



    porque está cada día,

    porque no falta, nunca falta...



    de pronto ya no está,

    su presencia ha cesado.



    Y es entonces cuando



    descubro que



    lo que un día tras otro

    calladamente estaba,



    estaba

    (RAFAEL BALDAYA)

    ResponderEliminar
  2. Haber estado en un naufragio o en una batalla es algo bello y glorioso; lo peor es que hubo que estar allí para estar allí.

    (PESSOA)

    ResponderEliminar
  3. Pasa se va se pierde
    no se detiene
    fluye
    mana incansablemente
    se escapa de las manos
    corre vuela a su fin
    se desliza
    se apaga
    se aniquila
    se extingue
    se deshace
    se acaba.

    (IDEA VILARIÑO)

    ResponderEliminar
  4. Tal vez lo mejor de nosotros mismos no nos pertenece, tal vez no somos más que los guardianes de algo que, cuando desaparecemos, permanece.

    (CHRISTIAN BOBIN)

    ResponderEliminar

  5. Escucha…
    ¿En qué otro mundo de cerezas raras
    oí tu voz? ¿En qué planeta lento
    de bronces y de nieve, vi tus ojos
    hace un millón de siglos? ¿Dónde estabas?
    Fuiste agua hace mil años.
    Yo era raíz de rosa, y me regabas…
    Fuiste campana de Pagoda, yo era
    nervio del ojo que miró a tu bronce.
    Nos hemos perseguido
    alma con alma, atravesando cuerpos
    peregrinos de venas y latidos,
    por pieles de animales, por estambres,
    escamas, esqueletos cortezas;
    por mil cuerpos y sangres diferentes,
    alma con alma, cincelando torres
    de espíritu con lágrima y sonrisa…


    (FOXÁ)

    ResponderEliminar

¿Te gustó el poema seleccionado? ¿Crees que merece estar en zUmO dE pOeSíA?

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.