jueves, 26 de marzo de 2020

La mañana (por Robert Rivas)


es de mañana
el pincel del disturbio ya inicia
su desprolija tarea

¿cuánto podría tardar
en ahogarse del todo
la isla de su infancia?

trazos que escapan de las palabras escritas
a veces por desesperación
a veces por arrebatadas
otras veces como efecto de un drenaje masivo
aplicado a una manada grande de palabras

yo pierde con facilidad su soberanía
los obstáculos lo atraviesan como piedras
al papel
y yo ahora tiene que luchar
para salir de su charco
(era de agua
y no muy limpia)

¿emergerá?
apaciguarse
las tareas se colocan en fila
¡pasmoso!
sus dificultades han decidido cooperar
sería importante para yo
encontrar su ser
desflecado, hecho serpentinas
como fuere
y a partir de ahí

entrelazar
¿ah, homeostasia
que se ha rehusado siempre,
podría ahora, convocada
desde lo más hondo de un vacío
de la existencia, aparecer?

por el borde de un instante

sacudidas inercias
cables enroscados en norayes
de muelles abandonados

aprender cómo se encapillan las gazas en la bita

invisibles pero interminables
actividades interiores
mudanzas, pequeñas
descarrilamientos, también pequeños
algo inmutable
lo observa todo desde muy temprano
entre sentimientos de presencias
y sentimientos de ausencias

de los variados brazos de la mente
que bobinan, alzan barreras,
golpean el portón de hierro

el agua hasta los tobillos
¡si se pudiera abrir esa ventana!
pero el hacha resbala nuevamente
hay que volver a encontrarla

se disloca, se divide, se subleva
insiste hasta el delirio
en la realidad de su existencia

hay palabras que exhaustan el sentido

ocurrentes recurrentes
recurren a ocurrir
mientras les dura la cuerda
la curda la curva
la gula la biela

tiene que decirlo
con palabras que no han sido horneadas todavía
con palabras selladas:
que nunca sabremos qué quieren decir

¡así que las palabras quieren decir!


3 comentarios:

  1. Siempre está lo inexpresable
    en su pugna con la palabra
    ofrecida inútilmente,
    rumor de ola insistiendo
    en la orilla como quiera
    que lo es, es, lo dejamos
    por si acaso quedara
    en la mano alguna vez
    ese grano de sal
    que lleva oculto.

    (MUÑOZ ROJAS)

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  2. ¡Qué antiguas eran ya las armas, qué viejos eran ya los hombres, qué de­crépito el mundo, qué anciana la palabra, ya en tu guerra, oh rey Agamenón!

    (FERLOSIO)

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  3. Ya las lustrales aguas de la noche me absuelven
    de los muchos colores y de las muchas formas.
    Ya en el jardín las aves y los astros exaltan
    el regreso anhelado de las antiguas normas
    del sueño y de la sombra.
    Ya la sombra ha sellado los espejos que copian
    la ficción de las cosas.
    Mejor lo dijo Goethe: Lo cercano se aleja.
    Esas cuatro palabras cifran todo el crepúsculo.
    En el jardín las rosas dejan de ser las rosas
    y quieren ser la Rosa.

    (BORGES)


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