Claro está que no soy el primero ni el último
que se aquieta,
se abstiene,
deja hacer.
Pero antes de mí nadie lo exhibió de este modo,
y creo que después nadie lo hará.
Mucha gente quería ejecutar a un hombre.
Me lo llevaron preso para que lo juzgase.
Yo no encontré motivos para crucificarlo.
Pero insistieron tanto que tuve miedo
de un tumulto o revuelta,
algo que provocara que me destituyesen.
No iba a arriesgar el cargo
sólo para evitar una injusticia.
Así que a fin de cuentas dejé que lo mataran.
Pero antes hice traer un barreño con agua
y en él
públicamente,
casi ostentosamente,
lavé mis manos.
"Yo no mando matarlo, tan solo lo consiento"
-quise mostrar a todos.
"Mis manos están limpias"
(pero no, no lo estaban)
-es lo que proclamé.
"Mis manos están limpias"
(pero no, no lo estaban)
-es lo que proclamé.
Mientras me lavaba las manos,
aquel hombre inocente miraba lo que hacía.
A veces me pregunto
qué pensó.
Ponzio
ResponderEliminarEs el único nombre histórico que aparece en el credo: "padeció bajo el poder de Poncio Pilatos"
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ResponderEliminarEl romano imperialista
puñetero y desalmado
que lavándose las manos
quiso borrar el error
(de la Misa Campesina)
Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,
ResponderEliminarcuando los propios pasos se oyen en el silencio.
Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,
es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.
Todo cobra relieve: una ventana abierta,
una luz, una pausa, un suspiro, una sombra...
Las calles son más largas, el tiempo también crece.
¡Yo alcancé a vivir siglos andando
algunas horas!
(CONCHA MÉNDEZ)