Pero a las teclas
las amaba: por su negrura y su blancura (¡casi amarillenta!),
por su negrura, tan evidente,
por su blancura (¡casi amarillenta!), tan secretamente triste,
porque unas eran anchas
y otras estrechas (¡ofendidas!),
porque era posible, sin moverse de lugar,
ir por ellas como por una escalera,
porque esta escalera ¡estaba debajo de mis manos!
y de esta escalera surgían de inmediato arroyos helados,
heladas escaleras de arroyos a lo largo de la espalda,
y calor en los ojos.
las amaba: por su negrura y su blancura (¡casi amarillenta!),
por su negrura, tan evidente,
por su blancura (¡casi amarillenta!), tan secretamente triste,
porque unas eran anchas
y otras estrechas (¡ofendidas!),
porque era posible, sin moverse de lugar,
ir por ellas como por una escalera,
porque esta escalera ¡estaba debajo de mis manos!
y de esta escalera surgían de inmediato arroyos helados,
heladas escaleras de arroyos a lo largo de la espalda,
y calor en los ojos.
La música es una incisión del otro mundo en éste.
ResponderEliminarLa música sagrada nos hace a todos creyentes, pero los predicadores se encargan de restablecer el equilibrio.
ResponderEliminar(MIGNON McLAUGHLIN)
Los instrumentos artesanales tienen su alma , escuchar un piano italiano Fazioli es para un español o latino algo especial, tienen una calidez que no tienen otros pianos , un sonido romántico , va genial para clásicos latinos y el jazz , en youtube hay vídeos de Herbie Hanckock o Ángela Hewit con el Fazioli .
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