Creían en los hombres,
soñaban la utopía.
No sabían de ruindad,
de abyección,
de pequeñez.
No:
ellos creían en los hombres,
soñaban la utopía.
Decían camarada,
compañero,
paz,
humanidad,
mañana…
Apenas tenían ojos para
lo pequeño,
lo abyecto,
lo mezquino.
Creían que el coraje extirparía la ruindad.
Creían que la entrega derribaría la abyección.
Creían que la grandeza aboliría la pequeñez.
Y no. No siempre.
Pero ellos lo pensaban.
Por eso creían en los hombres,
soñaban la utopía.
Creían en nosotros: en nuestra altura, en nuestro valor.
Tal vez aún creen.
Tal vez aún sueñan.
Si es así
por favor no habléis,
no tosáis,
no respiréis.
No hagáis ruido. Andad de puntillas.
(No sea que los despertemos.)
Si es así
-si aún creen, si aún sueñan-,
entonces velemos, protejamos su idealismo.
Si es así,
preservemos su
sagrado
sueño.
ResponderEliminarAterrizamos.
Las hormiguitas son
mujeres y hombres.
(CUQUI COVALEDA)
Bravo, Cuqui, cada día mejor. Este (aterrizaje) complementa al anterior (vuelo):
ResponderEliminarAbajo un mapa
a escala -tonos, líneas-
desde el avión.
ResponderEliminarLeer un haiku
de Cuqui Covaleda,
siempre un deleite.
ResponderEliminarDiga usted, señor platero,
cuánta plata es menester
para engarzar un besico
que me ha dado una mujer.
ResponderEliminarLo contrario de un golpe con el puño derecho no es un golpe con el puño izquierdo, sino un abrazo.
(ARAMBURU)
Los novedosos apedrean a los originales.
ResponderEliminar(MACHADO)