jueves, 21 de enero de 2010

La silla (por Federico Hernández)

Le pedí a esta silla que te esperara.
Disculpa si permanece fiel a mi desgracia,
si la encuentras firme como un soldado.
Ella no quiso dejarme solo.
Le hablé de ti con más pasión que la polilla.
Tuvo a bien agradecer con calma,
con resignada paciencia y con fricciones
-la casi inaudible voz de su madera-.
No se quejó como el casero,
no puso en duda mi avaricia,
no tuvo roces con mis llagas.
Por eso te espera, obediente;
por eso dice que estuve solo
y que mis abrigos ya no abrigan;
por eso nos ves aquí,
más honestos y amparados que una rabia.
Siéntate.
Ahora dinos que llegaste.

8 comentarios:

  1. A veces hay que cerrar los ojos para mirar lo que hemos visto.

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  2. LA PHRASE LAPIDARIA25 de marzo de 2014, 12:12

    El matrimonio hace extraños compañeros de cama.

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  3. Menos faltarle a mi mare
    to te lo consiento, serrana
    menos faltarle a mi mare
    que a una mare no se encuentra
    y a ti te encontré en la calle.
    ¡Vete, vete! si no te tié cuenta.¯

    ¿Te acuerdas de aquella copla
    que escuchamos aquel día
    sin saber quién la cantaba
    ni de qué rincón salía?
    Pero qué estilo, qué duende,
    qué sentimiento y qué voz,
    creo que se nos saltaron
    las lágrimas a los dos.
    "Toíto te lo consiento
    menos faltarle a mi mare
    que a una mare no se encuentra
    y a ti te encontré en la calle".
    No vayas a figurarte
    que esto va con intensión.
    Tú sabes que por ti tengo
    grabao en mi corasón
    el queré más puro y firme
    que ningún hombre sintiera
    por la que Dios uno y trino
    le entregó de compañera.
    Pero es bonita la copla
    y entra bien por soleares:
    "Toíto te lo consiento
    menos faltarle a mi madre".
    Y me enterao casuarmente
    de que le faltaste ayé
    y mí nadie me lo ha dicho,
    nadie, pero yo lo sé.
    Yo tengo entre dos amores
    mi corasón repartío
    si me encuentro a uno llorando
    es que el otro le ha ofendío;
    y mira, yo no me quejo
    de tus caprichos constantes.
    ¿Quieres un vestío? ¡catorse!
    ¿quieres un reló? ¡de brillantes!
    Ni me importa que la gente
    vaya de mí murmurando
    que si soy pa ti un juguete,
    que si me has quitao er mando,
    que en la diestra y la siniestra
    tienes un par de agujeros
    por donde se va a los baños
    el río de mis dineros...
    ¡Y a mí qué... !
    Con tal de que de mi vera
    tú nunca te desepares
    toíto te lo consiento
    menos faltarle a mi madre.
    Porque ese mimbre de luto
    que no levanta su voz
    que en seis años no ha tenío
    contigo ni un sí ni un no;
    que anda como una pavesa,
    que no gime ni suspira,
    que se le llenan los ojos
    de gloria cuando nos mira,
    que me crió con su sangre,
    que me llevaba la mano
    para que me santiguara
    como todo fiel cristiano
    y a las candelas del hijo
    consumió su juventú
    cuando era cuarenta veses
    mucho más guapa que tú.
    Tienes que haserte a la cuenta
    que la has visto en los artare
    y jincarte de rodillas
    antes de hablarle a mi mare;
    porque el amó que te tengo
    se lo debes a su amó,
    que yo me casé contigo
    porque ella me lo mandó.
    Conque a ver si tu consiensia
    se aprende esta copla mía
    mu semejante a aquer cante
    que escuchamos aquer día
    sin sabé quién lo cantaba
    ni de qué rincón salía:

    ¯Desde la cuna...
    a mi mare de mi alma
    la quiero desde la cuna,
    ¡por Dios! no me la avasalles
    que mare no hay más que una
    y a ti te encontré en la calle.¯

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  4. La felicidad está donde la encuentras, raramente donde la buscas.

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  5. Yavéh no puso
    ninguna biblioteca
    en el Edén.

    (CUQUI COVALEDA)

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  6. El matrimonio hace extraños compañeros de cama.

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  7. Caridad con trompeta no vale una puñeta.

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