Hemos de procurar no mentir mucho.
Sé que a veces mentimos para no hacer un muerto,
para no hacer un hijo o evitar una guerra.
De pequeña mentía con mentiras de azúcar,
decía a las amigas: “Tengo cuarto de baño”
—mi casa era pobre, con el retrete fuera—.
“Mi padre es ingeniero” y era sólo fumista,
¡pero yo lo veía ingeniero ingenioso!
Me costó la costumbre de arrancar la mentira,
me tejí un vestido de verdad que me cubre,
a veces voy desnuda.
Desde entonces me quedo sin hablar muchos días.
Es más fácil decir la verdad que recordar la mentira.
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ResponderEliminarEl bosque en llamas.
Milenios de verdor
hoy son ceniza.
(CUQUI COVALEDA)
Todo impuesto debe salir de lo superfluo, y no de lo necesario.
ResponderEliminar(JOVELLANOS)
ResponderEliminarDemasiada prudencia:
siempre piensas lo que dices,
nunca dices lo que piensas.