Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón, ¿qué mano terrible?
¿qué terribles pies? ¿qué martillo? ¿qué cadena?
¿en qué horno se templó tu cerebro? ¿en qué yunque?
¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas y bañaron los cielos con sus lágrimas,
¿sonrió al ver su obra?
¿El mismo que hizo al cordero fue quien te hizo a ti?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche,
¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría?
¡Qué bueno es este blog! Adoro la poesía y veo que aquí puedo encontrar mucho material.
ResponderEliminar¡Gracias!
Espero que leas El silencio hecho palabra. Seguro que te gustará. Hay mucho arte también en Jorge.
Sofía
Gracias, Sofía, seguro que sí, y si encontramos material adecudado, incluiremos también algún poema en nuestra selección. Aitor y yo decimos siempre que esto no es una antología, sino una antojolía, porque ponemos los poemas que se nos antojan... ja,ja... Ahora paso a visitarte.
ResponderEliminarEmilia Alarcón
Hoy me he despertado triste
ResponderEliminarporque ya no es como siempre:
porque ya no despertamos
con los ojos frente a frente.
ResponderEliminarRompe la acacia
poco a poco el cemento
con sus raíces.
(BENET)
ResponderEliminarEso cuyos ojos y orejas no están al alcance de nuestra vista, y cuya nariz y cabeza casi no vemos, es nuestro cuerpo.
(LICHTEMBERG)
ResponderEliminarA la virgen del Pilar
le he pedido que me quieras.
Ya que no lo haces por mí,
hazlo por Ella siquiera.
Nadie en la plaza,
ResponderEliminarsolo el viento que mueve
los farolillos.