jueves, 16 de septiembre de 2010

Y la tierra siguió en su silencio (por Jules Laforgue)

Como necio parásito de un planeta oscuro,
en la infinidad sonora de clamores eternos,
aquí, lugar cualquiera, he nacido y vivo,
y sólo es mi deseo que se sepa y se detenga todo.
Que por un grito perdido en la tormenta
los océanos callen de pronto el aullido de sus olas,
que por traer flores a mi tumbra
los soles en masa dejen su verbena.
¡Pobre corazón ingenuo! Rómpete, no eres nada.
Muchos otros murieron con ansias iguales
y la tierra siguió en su silencio.
Todo es duro, descorazonado, superior a ti.
Sufre, ama, espera siempre y baila
sin nunca exigir ese Porqué universal.

5 comentarios:

  1. Hombre refranero, hombre puñetero.

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  2. Las torres elevadas están expuestas
    a sufrir los efectos de las tormentas.
    Porque los rayos
    siempre buscan los techos más elevados.

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  3. Ocupar tierras ajenas es un delito. Pero cuando lo hace el Estado, entonces es lícito y se llama conquista.

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  4. A la vera de un sordo
    cantaba un mudo
    y un ciego los miraba
    sin disimulo.
    Palmeaba un manco
    y un cojo se arrancaba
    a bailar fandangos.

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  5. Cuando nuestros vicios nos dejan, presumimos de que los hemos dejado a ellos.

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