miércoles, 5 de enero de 2011

El sexto acto (por Wislawa Szymborska)

Para mí, lo esencial de una tragedia es el sexto acto:
el resucitar de los muertos en la batalla del escenario,
el retocar pelucas y vestuario,
el arrancar el puñal del pecho,
el quitar la soga del cuello,
el unirse en fila a los vivos
de cara al público.

Saludos individuales y colectivos:
la mano blanca en el corazón herido,
la reverencia de la suicida,
la inclinación de la cabeza cortada.

Pero lo en verdad solemne es la bajada del telón
y lo que se sigue viendo por una estrecha rendija:
aquí una mano que se precipita hacia una flor,
allá, otra mano recoge la espada caída.
Y sólo entonces una tercera mano, la invisible,
cumple con su cometido:

Me agarra por el cuello.

13 comentarios:

  1. Claro porque después de acabada la función regresa ella, la realidad.

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  2. Es verdad, Amenophis: el último acto, el post-acto de la obra de teatro, lo protagonizamos nosotros.
    Saludos.

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  3. El que debajo de un árbol se guarece, se moja dos veces.

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  4. El matrimonio es una gran institución. Siempre y cuando a usted le guste pasar su vida dentro de una institución.

    (GROUCHO)

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  5. Muy bueno el mejor de todos los Marx (incluido Carlos). Y además, hay que tener en cuenta que, cuando se inventó la monogamia (allá por el Neolítico), la esperanza de vida era de sólo 30 años. Esto explica muchas cosas.

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  6. La primera ley de la dietética parece ser: Si está rico, es malo para la salud.

    (ASIMOV)

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  7. A los 100 años
    el anciano aún se acuerda
    de su peonza.


    (CUQUI COVALEDA)

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  8. Marea alta.
    Acercarse a la luna
    pretende el mar.

    (CUQUI COVALEDA)

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  9. José Mª (el Tempranillo)18 de febrero de 2015, 14:14


    Cuqui, tus haikus cada vez son mejores. También los de Rafa Baldaya. Me gustaría que los recopilaseis. Un beso.

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  10. Manos que no dais: ¿qué es lo que esperáis?

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  11. Piensa mucho, habla poco y escribe menos.

    (proverbio japonés)

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  12. En la chatarrería
    hay una pequeña cesta de mimbre
    llena de medallas
    de viejas guerras
    que nadie recuerda.

    Le di la vuelta a una
    para sentir el alfiler
    que una vez atravesó
    el orgulloso pecho del héroe.

    (CHARLES SIMIC)

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