Sin consideración ni piedad ni vergüenza
alzaron muros a mi alrededor: gruesos y altos.
Y ahora me encuentro aquí, tan desesperado.
No puedo pensar en otra cosa: esta suerte roe mi cerebro...
Y es que ¡tenía tanto que hacer ahí fuera!
¿Cómo pude no darme cuenta cuando alzaban los muros?
Pero nunca oí a los constructores. Ni un ruido.
Desde fuera imperceptiblemente me encerraron.
La cárcel que construí
ResponderEliminarla cárcel que edifiqué
en la que yo me metí
en la que yo me encerré
Perdona a tus enemigos. No hay nada que los enfurezca más.
ResponderEliminar(ÓSCAR WILDE)
Para ser conductor de primera
ResponderEliminarhace falta ser buen bebedor.
Con el vino se engrasan las bielas
y se suben las cuestas mejor.
Cada día una manzana es cosa bastante sana.
ResponderEliminar
ResponderEliminarSi supiéramos donde nos metemos, nunca haríamos nada.
ResponderEliminarLa caridad, la abnegación, la virtud en general, sólo tienen pleno valor cuando no hay testigos para aplaudirlas.
(GARNIER)
Lo bue, si bre, cuatro veces bue.
ResponderEliminarSólo la nada
ResponderEliminarno precisa una causa.
Lo demás sí.
(RAFAEL BALDAYA)