lunes, 14 de noviembre de 2011

Los días van tan rápidos (por Gonzalo Rojas)

Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones
una semana más, los días van tan rápidos
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.
Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura
donde termina el hueso, me voy a mi semilla,
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas
y los meses gozosos que espero todavía.
Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse
de haber entrado en este juego delirante,
pero el espejo cruel te lo descifra un día
y palideces y haces como que no lo crees,
como que no lo escuchas, mi hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.
Si eres mujer te pones la máscara más bella
para engañarte, si eres varón pones más duro
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa,
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto:
así es que lo mejor es ver claro el peligro.
Estemos preparados. Quedémonos desnudos
con lo que somos, pero quememos, no pudramos
lo que somos. Ardamos. Respiremos
sin miedo. Despertemos a la gran realidad
de estar naciendo ahora, y en la última hora.

10 comentarios:

  1. Como dice el refrán, Más vale gastarse que enmohecerse.

    ResponderEliminar
  2. Cide Hamete Benengeli13 de junio de 2012, 14:42

    Nadie plante su viña
    junto a un camino
    porque todo el que pasa
    coge un racimo.
    Y de ese modo
    se la van vendimiando
    sin saber cómo.

    ResponderEliminar
  3. Quien mucho habla, mucho desbarra.

    ResponderEliminar
  4. La práctica debería ser producto de la reflexión. Pero generalmente el orden se invierte.

    (HESSE)

    ResponderEliminar
  5. Los naipes, la bebida
    y los cigarros
    nadie los deja, y muchos
    quieren dejarlos.
    Y si los dejan,
    vuelven después a ellos
    con mayor fuerza.

    ResponderEliminar
  6. Quien rechaza un elogio, es que está buscando otro.

    ResponderEliminar

  7. 4 paredes
    hay, y entre ellas creo
    que fui feliz.

    (RAFAEL BALDAYA)

    ResponderEliminar
  8. Con un pastor me caso,
    me da la gana.
    Si tropiezo en el queso,
    caigo en la lana.

    ResponderEliminar

  9. ¿Cómo no amarla?
    ¡La esfera de un reloj
    sin manecillas!

    (GARCÍA MÁIQUEZ)

    ResponderEliminar
  10. Tu cabello en sus manos, arde en las manos del vigilante de
    la nieve.

    Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el pasado.

    Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza en las
    manos del vigilante de la nieve.

    (GAMONEDA)

    ResponderEliminar

¿Te gustó el poema seleccionado? ¿Crees que merece estar en zUmO dE pOeSíA?

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.