Todos nuestros objetos -la ropa, los zapatos, los diarios y cartas que escribimos-, todo, todo, todo, debería esfumarse, desintegrarse y desparecer al mismo tiempo que nosotros mismos.
Si te dicen que caí y que quebré la espina que ayer me sostenía, ni una lágrima, ni el fruncido de una arruga en tu frente de cristal, ni el insomnio de una noche blanca, ni un lamento que empañe el chasquido de los brotes tiernos del manzano -ya huele a primavera, ¿te has fijado?- ni te distraigan de la tibia caricia del sol que ya se alza sobre el perfil sinuoso de la sierra los tristes pensamientos. Si me amabas, no me pienses, ni me llores, ni me mientes.
Cierto que el recuerdo, cuando la pérdida es reciente, nos hace sufrir. Y es hermoso, y generoso, solicitar el olvido, en un vano intento de aminorar el dolor de aquellos que nos amaron. Sin embargo, yo no quisiera olvidar, pues, una vez superado el duelo, el recuerdo es lo único que nos queda del ser amado. Apenas unos cuantos objetos, y la memoria. Y, aunque sea egoísta, tampoco deseo que me olviden aquellos que me amaron. Dejaré pocas cosas, mas espero que, cuando me vaya, perviva entre los míos el rastro del inmenso amor que espero haberles sabido transmitir.
No, estoy segura que el bien y el mal ( lo bueno y lo malo ) no se corrompen de la misma manera. Lo bueno de nuestros seres queridos- que por eso lo son - siempre vivirá en nosotros. Es una semilla que sembraron en nuestras almas y que germinó, dando lugar a las mas bellas flores. Y eso, por mas años que pasen, no se corromperá nunca. Por el contrario " lo no querido " se llevará la mas absoluta indiferencia. julia M. no puedo estar mas de acuerdo contigo.
Todos nuestros objetos -la ropa, los zapatos, los diarios y cartas que escribimos-, todo, todo, todo, debería esfumarse, desintegrarse y desparecer al mismo tiempo que nosotros mismos.
ResponderEliminarSi te dicen que caí y que quebré la espina que ayer me sostenía, ni una lágrima, ni el fruncido de una arruga en tu frente de cristal, ni el insomnio de una noche blanca, ni un lamento que empañe el chasquido de los brotes tiernos del manzano -ya huele a primavera, ¿te has fijado?- ni te distraigan de la tibia caricia del sol que ya se alza sobre el perfil sinuoso de la sierra los tristes pensamientos.
ResponderEliminarSi me amabas, no me pienses, ni me llores, ni me mientes.
Cierto que el recuerdo, cuando la pérdida es reciente, nos hace sufrir. Y es hermoso, y generoso, solicitar el olvido, en un vano intento de aminorar el dolor de aquellos que nos amaron.
ResponderEliminarSin embargo, yo no quisiera olvidar, pues, una vez superado el duelo, el recuerdo es lo único que nos queda del ser amado. Apenas unos cuantos objetos, y la memoria.
Y, aunque sea egoísta, tampoco deseo que me olviden aquellos que me amaron.
Dejaré pocas cosas, mas espero que, cuando me vaya, perviva entre los míos el rastro del inmenso amor que espero haberles sabido transmitir.
No puede ser que el bien y el mal se pudran de la misma manera. No puede ser que el amor y el odio se corrompan igual. Aunque así fuera, no puede ser.
ResponderEliminarJulia, qué bien te conozco...
ResponderEliminarNo, estoy segura que el bien y el mal ( lo bueno y lo malo ) no se corrompen de la misma manera.
ResponderEliminarLo bueno de nuestros seres queridos- que por eso lo son - siempre vivirá en nosotros.
Es una semilla que sembraron en nuestras almas y que germinó, dando lugar a las mas bellas flores.
Y eso, por mas años que pasen, no se corromperá nunca.
Por el contrario " lo no querido " se llevará la mas absoluta indiferencia.
julia M. no puedo estar mas de acuerdo contigo.
Cuando tienes que hacer una elección y no la haces, eso ya es una elección.
ResponderEliminarA la torre del olvido
ResponderEliminarme subieron con cadenas.
Si usted me hubiera querido,
no fueran tantas mis penas
ni anduviera yo perdido
mirando caras ajenas
Ocasión que pasó, pájaro que voló.
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ResponderEliminarSi no estuviera
esta preocupación,
estaría otra.
(CUQUI COVALEDA)
ResponderEliminarPajarito que al alba
cantas al pie de mi reja,
no vengas a despertarme,
que estoy soñando con ella.
ResponderEliminarUna desnudez cualquiera -espiritual o corporal- me horroriza.
(PESSOA)