miércoles, 20 de febrero de 2013

Ahí está el odio (por Enriqueta Arvelo)

No quiero mirar hacia ese sitio;
ahí está el odio.

Tiene los ojos curtidos
de mal fuego.

Lo esquivo.
No quiero saber siquiera
cómo hace sus incendios.
No quiero ver su factoría.
Le rehúyo abiertamente.

Y yo no soy su blanco.

4 comentarios:

  1. Desde lo alto del mirador se veía el campo y el río, confusamente, con vaguedades verdes, y de plata, entre la bruma sombría de la noche. Por el naciente, sobre los negros pinos recortados en un cielo blando, nacarino y como hollado, la luna subía dramática y celeste… Y del jardín bajo subía una penetrante esencia de jazmines moriscos, y las fachadas lascivas de las casas eran, sobre el azul de terciopelo de la noche, espectrales, goyescas, encendidas por el resplandor de la iluminación de la plaza en feria y por las bengalas azules, amarillas, granates de los fuegos artificiales…

    Una música de metal amarillo elevaba a los luceros su vals agrio y romántico, lleno de anhelos estériles, de nostalgias sin eco, de dolor bajo y sin consuelo.

    Es un recuerdo de estío, que está en mi vida como un jazmín blanco, isla de mar y sombra.

    (JR Jiménez)

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  2. La brisa borra
    las huellas de gaviota
    sobre la arena.

    (CUQUI COVALEDA)

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  3. Pajarillo, pajarillo,
    ven y enséñame a volar,
    que quiero subir al cielo
    para con mi amor estar.

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  4. Ahí está la palabra de Jesús: «Hay que perdonarlos, porque no saben lo que hacen». Creo que Jesús sintió lo que dijo. Sintió que sus verdugos, esa gente que lo clavaba en la cruz, no eran canallas. Eran soldados que habían de obedecer órdenes. Eran impelidos por la fatalidad, tal como él lo era por la fatalidad de salvar al mundo.

    (BORGES)

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