miércoles, 6 de marzo de 2013

Una mano (por Federico García Lorca)


Yo no quiero más que una mano,
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano,
aunque pase mil noches sin lecho.

Sería un pálido lirio de cal,
sería una paloma amarrada a mi corazón,
sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.

Yo no quiero más que una mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.

Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.

Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya, astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.

5 comentarios:

  1. Narciso de Alfonso7 de marzo de 2013, 7:43

    .
    Cómo que si merece estar en zumos?

    Más bien es al revés... ¿merece zumos albergar,

    alojar semejante poemón de Lorca?

    Aún estoy llorando desde que lo he leído,

    nada puede consolarme... es sólo de

    pura belleza, no sé, a mí me pasa...

    sobrepasado cierto grado de belleza sólo

    puedo llorar...


    Gracias por colgarlo, y eso

    que no he leído ninguno más...

    no me ha dado tiempo 8-(


    Narciso

    Pd. Volveré cuando se me acaben

    las lágrimas, esas que si no se lloran

    se acumulan en pequeños lagos.


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  2. Ferruccio Arruabarrena7 de marzo de 2013, 20:58

    Don Narciso, ¿quién coño puso en duda que Lorca tuviese categoría suficiente para ser admitido en este Limonar, donde -es cierto- sólo abrevamos los mejores?
    Cuando deje de llorar, responda. Please.

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  3. Venimos al mundo llorando. Nos da tristeza empezar la estúpida comedia.

    (SHAKESPEARE)

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  4. Para empezar una ronda
    tres cosas hay que tener:
    la guitarra, el guitarrero
    y el amor de una mujer.

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  5. - ahora que entra el invierno-


    que sus pestañas le amortajaron mientras dormía
    en un charco verde de ranas

    que Bernarda salió de casa aquella misma tarde

    para llevarle toda la muerte
    que cabe en una falda de viuda.



    Imaginar que Lorca murió sobre su cama


    (mariposas negras en la garganta)

    así
    tranquilo
    como en un bosque
    sin disparos.


    -ahora que entra el invierno-


    Imaginar que Lorca llama al timbre
    Lorca vivo
    en sus bolsillos
    limones y rascacielos.


    (ISABEL MÉNDEZ)

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