Mis pechos son pequeños y mis ojos redondos.
Tus piernas, largas y frías
como el agua de la fuente.
Te mordisqueo el cuello,
lo tienes firme, inmaduro aún,
como una nuez recién caída.
Te pones arriba y me besas el vientre,
húmedas olas por toda mi piel,
ahora aquí, ahora allá,
como las primeras gotas que caen
antes de que descargue la tormenta: pla, pla, pla.
Nos quedamos dormidos,
pecho y espalda se cierran
como unos labios tras un suspiro.
Si todas las tormentas fueran así valdría la pena mojarse!!!!
ResponderEliminar¡Ay morena! En la era ya no queda nada,
ResponderEliminarsólo queda tu recuerdo, rosita encarnada.
Y esta noche, mi morena, ya puedo ir a verte.
Sal prontito a la ventana, que voy a quererte.
Morir es como dormir, pero sin levantarse a mear.
ResponderEliminarEsa piedra
ResponderEliminarme está mirando:
Parpadea el sapo.
(ESCUDERO)
ResponderEliminarTengo de coplas la boca
que parece un avispero:
se empujan unas a otras
por ver cuál sale primero.
ResponderEliminarLa forma más primitiva del “concepto” es el primer gesto de señalar que se hizo con el dedo índice.
(WUNDT)