las he contado, y creo que no falta ninguna.
Llévalas todas a cantar en tus noches,
o a perderse en tus mares,
o a morir en tus labios.
Éstas son mis tristezas.
Contarlas no he podido,
pero sé que me siguen fielmente.
Llévalas todas a abonar tu tierra,
a ser la levadura de tu pan,
la leña de tu lumbre.
Ésta soy yo: fundida con mi sombra,
entera y sin rezagos.
Llévame a tu corazón,
que peso poco y no tengo otra almohada
ni otro sueño.
Púdrete, tiempo,
ResponderEliminarcircunferencia ciega,
helado cuchitril donde el pasado
se acurruca, callado como un muerto,
donde se nos agranda,
anónima la muerta y nos asombra
que persistan la vida y su gangrena.
(PABLO JIMÉNEZ)
Enseña más le necesidad que la Universidad.
ResponderEliminarLa soledad es el precio de la libertad.
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ResponderEliminarLa huida no ha llevado a nadie a ningún sitio.
(SAINT-EXUPÉRY)
Si supiéramos dónde nos metemos, nunca haríamos nada.
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ResponderEliminarPor la mañana la escarcha,
al mediodía el calor,
por la tarde los mosquitos:
no quiero ser labrador.
ResponderEliminarLa conquista de sí mismo es la mayor de las victorias.
(PLATÓN)
ResponderEliminarUn poeta baja la basura antes de llevar sus poemas al editor. Pero se equivoca y, en vez de tirar la bolsa con la basura, tira la de los poemas. Luego va al editor y se la deja. Al cabo de dos días le llama el editor entusiasmado.
(KOSTAS VRACHNOS)
ResponderEliminarPa las cuestas arriba te quiero, burro; que las cuestas abajo yo me las subo.