Amigos: No paramos de sufrir mellas y amputaciones. Hace unos
días se nos fue Juan Gelman y hoy sabemos que acaba de dejarnos José Emilio
Pacheco. Pero, como ya hemos escrito, los poetas no mueren del todo. Nos queda
su obra, siempre más grande que ellos mismos (porque si no, no serían poetas;
porque si no, no sería poesía). La
casualidad quiso que ayer, sin saber aún la noticia de su muerte, publicáramos
un poema suyo. Hoy, conocedores ya de su adiós carnal, le decimos “hasta
siempre” a José Emilio y en su homenaje nos quedamos con otro de sus poemas:
Brizna de luz (por José Emilio Pacheco)
La gota es un modelo de concisión:
todo el universo
encerrado en un punto de agua.
La gota representa el diluvio y la sed.
Es el vasto Amazonas y el gran Océano.
La gota estuvo allí en el principio del mundo.
Es el espejo, el abismo,
la casa de la vida y la fluidez de la muerte.
Para abreviar, la gota está poblada de seres
que se combaten, se exterminan, se acoplan.
No pueden salir de ella,
gritan en vano.
Preguntan como todos:
¿de qué se trata,
hasta cuándo,
qué mal hicimos
para estar prisioneros de nuestra gota?
Y nadie escucha.
Sombra y silencio en torno de la gota,
brizna de luz entre la noche cósmica
en donde no hay respuesta.
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