¿Te acuerdas de aquel loco
que ponía velas en su sombrero
para poder pintar el mar de noche?
Solo, en esa playa vacía de Jersey,
forzaba la vista para mirar en la oscuridad
y blandía su pincel salvajemente.
Teresa dijo que había sacado esa estúpida idea
de una película que ella había visto.
Sin embargo, ahí estaba con barba y melena
como el mismísimo demonio
atiborrando oscuros colores uno sobre otro
mientras nosotros, a su alrededor, mirábamos.
Las velas parpadeaban en su cabeza
y luego iban, una a una, apagándose.
Las palabras son como los niños. Cuantos más mimos les das, más mimos te piden.
ResponderEliminar(LUTERO)
ResponderEliminarEntre dos muelas molares, nunca metas tus pulgares.
Será más bien entre dos PIEZAS molares
ResponderEliminarYo creo que es entre dos muelas cordales.
ResponderEliminarNo pueden ser muelas cordales porque son las muelas del juicio, y al estar situadas en los extremos maxilares difícilmente pueden juntamente envolver (para morderlo) un dedo pulgar.
ResponderEliminarEl refrán dice realmente "Entre dos piedras molares nunca metas los pulgares".
Y piedras molares son piedras de molino, o sea, de moler.
Así que no tiene nada que ver con dientes ni con muelas.
Seguramente es verdad todo lo que decís pero aquí en El Toboso se dice el refrán como lo he dicho: muelas molares. Quizá por ser tierra de molinos...
ResponderEliminarCon las mujeres me pasa
ResponderEliminarlo que no entenderé nunca:
pa novia me gustan todas
y pa casarme ninguna.
Valen más quintaesencias que fárragos.
ResponderEliminar(GRACIÁN)
Ofrecer y no dar, lo mismo es que robar.
ResponderEliminar
ResponderEliminarCorazón que no siente: ojos que no ven.
(ORTIZ-OSÉS)
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