Al bosque de la pasión y del éxtasis,
al valle del desgarro y del temblor
mi alma fría tiene vedado el acceso.
Sólo puede mirarlos de lejos
(¡verdinegros prados del Siente y Siéntenos!),
contemplarlos detrás del alambre;
y quejarse porque no los vive,
conformarse porque no los sufre.
Pero si un día esa valla cediera,
si su candado o cerrojo abdicase,
si de pronto le fuera permitida la entrada
-aun sabiendo que allí hay
zarzas llenas de espinas,
brozas,
ortigas,
cardos…-,
mi fría alma empujaría el portón,
cruzaría aquella verja
y pasaría.
Sorprende coniciendo otros poemas del autor aqui publicados, e incluso este mismo, que se queje de falta de sensibilidad. Aubque esta claro que siempre podemos sentir más.
ResponderEliminarNi siquiera el perdón del ofendido puede a veces librarnos del remordimiento.
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ResponderEliminarEl clavo que sobresale recibe el primer martillazo.
(proverbio nipón)
ResponderEliminarCada muerte es una suerte de apoteosis o santificación, y no podemos contemplar el cadáver del hombre más común sin sentir veneración.
(SCHOPENHAUER)