miércoles, 27 de mayo de 2015

El río (por Patricio Emilio Torne)


Vi el río, su orilla, la profundidad de su cauce,

su potestad, su desborde, el desconsuelo, la aparición

de algún cardumen de dientes afilados que siempre está al acecho,

un remolino que intentará llevarte a sus fauces.

La corriente y su mensaje atrayendo como un imán,

directo al corazón en el recuerdo de los días de la infancia.

La rama del sauce acariciando, con su mano de seda,

las oraciones del que pesca, el vuelo rasante de la garza,

el paso militar de los gallitos del agua,

y la presa en el pico del martín pescador.

Veo el río, mi historia zambulléndose en sus aguas,

y la torpe manera de sostener mi cuerpo en la superficie.

Sé que si hay un modo de tocar el barro,

en barro habría de convertirme para sostener las raíces del irupé

y hacer mía esa fuente, esa flor, de una vez, para saber

que alguna vez la tuve.

Nada existe como es, sino existe como ha sido.


Alguien tira la red, alguien recoge el espinel.

Cada quien busca el sustento que lo mantendrá atado

a un paisaje, una religión de supervivencia y penas.

Siempre hay un anclaje que nos lleva al fondo de las cosas,

y siempre una barca donde nos dejamos llevar.

Aunque dudemos, le quitemos un sí a ciegas

o nos vare la desconfianza, la corriente intentará

dejarnos en buen puerto. Nos entregamos, pensando

que siempre habrá un árbol, de cuyas ramas

ha de surgir el sostén para salvarnos a tiempo.


Así el río ante nuestra mirada, la memoria y el eterno regreso.

Así nuestra manera de celebrar su modo de estar allí

y ser bautizados por sus aguas.

El río en el desborde de mi corazón

y la sensualidad al tacto de mis pies,

el río como una cuna donde me duermo

en la candidez del recuerdo, y donde juego

y vuelvo a zambullirme para que no me pesquen.


El río, no como fuente, sino como praxis.

El mismo donde alguna vez se te lavó la ropa,

donde enjuagaste tu pelo, te bañaste,

batiste un récord, o simplemente usaste 
para regocijo del verano,

como un modo de salvar lo que nos da la tierra. 

8 comentarios:

  1. Minutos, horas,
    días, meses... Pedazos
    de eternidad.

    (CUQUI COVALEDA)

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  2. Nada más peligroso que la ignorancia en acción.

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  3. Con frecuencia consideramos sensatos sólo a los que piensan como nosotros.

    (LA ROCHEFOUCAULD)

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  4. Algo con insistencia está pidiendo
    que me salga de mí si yo contigo.


    (RAFAEL ESPEJO)

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  5. De coplas y de cantares tiene el pueblo mil millares.

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  6. Si no tropezáramos, ¿cómo sabriamos donde estan los baches?

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  7. Que por siempre te proteja
    el rostro de tu esbelta amada,
    ese rostro
    que, en el momento del placer, sentada sobre ti,
    tiene en desorden sus agitados bucles,
    temblorosos sus aretes,
    casi borrado el tilak de su frente
    por las finas gotas de sudor
    y llenos de languidez los ojos
    al terminar los juegos amorosos.
    ¿Para qué invocar a Vishnu, a Shiva, a Brahma
    y a los otros dioses?

    (AMARU)

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  8. Este pan que yo parto fue alguna vez avena,
    este vino en un árbol extranjero
    se zambulló en su fruta;
    durante el día el hombre y por la noche el viento
    segaron las cosechas, rompieron el gozo de la uva.

    Alguna vez, en este vino, la sangre del verano
    golpeteaba en la carne que vestía la viña,
    un día en este pan
    la avena al viento era alegría,
    el hombre rompió el sol, abatió el viento.

    Esta carne que partes, esta sangre a la que dejas
    sembrar desolación entre las venas
    fueron avena y uva
    nacieron de la raíz sensual y de la savia;
    mi vino que te bebes, el pan que me arrebatas.


    (DYLAN THOMAS)

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